Bangladesh: "Las necesidades de agua potable en los asentamientos rohingya siguen siendo extremas"
Más de medio millón de refugiados rohingya han llegado a Bangladesh en menos de dos meses después de una ola de violencia en el estado de Rakhine en el vecino Myanmar. La mayoría de los refugiados viven en asentamientos improvisados sin acceso adecuado a refugio, alimentos, agua potable o letrinas. El experto en agua y saneamiento de Médicos Sin Fronteras (MSF) Paul Jawor acaba de regresar del sureste de Bangladesh. Nos explica las terribles condiciones que afrontan los refugiados y cómo MSF está suministrando agua limpia en uno de los asentamientos.
Vista desde el asentamiento improvisado de Jamtoli, en Bangladesh. En la clínica de MSF, el personal médico proporciona alrededor de 110 consultas por día ©Paul Andrew Jawor/MSF
Paul, acabas de regresar de Bangladesh, ¿qué puedes decir sobre la situación allí?
Raramente he visto a tanta gente, cientos de miles, viviendo en refugios improvisados y varados en una zona del tamaño de una pequeña ciudad europea, con muy poco acceso a servicios básicos. Se está implementando la asistencia, pero las necesidades de los refugiados, especialmente con respecto al agua limpia, son aún extremas.
En Unchiparang, uno de los asentamientos donde MSF brinda atención médica, las 33.000 personas que viven allí solo beben agua superficial no tratada, que recolectan en arrozales, charcos o pozos poco profundos cavados a mano. Muchas de las pocas letrinas disponibles ya están desbordadas, por lo que la gente defeca al aire libre, lo que contamina aún más el agua.
Desde una perspectiva geológica, Unchiparang tiene un terreno plano, con colinas en medio del asentamiento. Un pequeño río lo surca, pero solo algunos refugiados de un lado de las colinas pueden acceder a él con facilidad. El suelo arcilloso pesado e impermeable se llena de lodo cuando llueve. El acuífero, el “depósito” de agua subterránea, no es profundo y, si cavas demasiado, muy pronto aspiras agua salada debido a la proximidad del mar.
Dadas las enormes necesidades de agua potable, ¿qué han podido hacer los equipos de MSF hasta ahora en Unchiparang durante estas primeras semanas?
Nuestra prioridad, como siempre en tales situaciones, fue asegurar que hubiera agua limpia y potable en la clínica que hemos establecido en el asentamiento. Debemos garantizar que la estructura de la salud no sea un lugar donde las personas puedan contraer otras enfermedades, en particular diarreas. El personal médico debe poder limpiar sus manos y material; los pacientes deben poder tomar sus medicamentos con un vaso de agua limpia.
Hemos logrado hacer uso del río, que es la principal fuente de agua. Nuestros equipos han instalado una tubería larga que lleva a enormes tanques que pueden entregar hasta 30.000 litros de agua limpia, clorada por día. Eso está muy por debajo de los estándares aceptados para una población tan grande, pero estamos aumentando la capacidad, especialmente para las personas que se han asentado lejos del río. También lideramos una campaña de sensibilización para que la población no contamine el río.
En otros lugares, utilizaremos una versión más grande y más segura del pozo tradicional en la técnica de suelo. Hemos comenzado a excavar estos “pozos”, que tienen hasta dos metros de ancho y cinco de profundidad, y nuestro objetivo es tener entre 15 y 20 pronto. Tendrán plataformas de hormigón para evitar la entrada de suciedad y una pequeña pared para detener el agua de la inundación. Los pozos se alinearán para evitar la contaminación del agua superficial. Y, por supuesto, el agua será clorada.
La principal dificultad cuando una superficie y la población son tan grandes es elegir dónde cavar los pozos. Analizamos los registros médicos de nuestra clínica y trabajamos con nuestros equipos de promoción de la salud para identificar aquellos focos de donde provienen muchos de los casos de diarrea. Cuando se construyan los pozos, las familias que viven en esos lugares, que son los más vulnerables, recibirán bidones, así como kits de higiene y desinfección. Es vital que la comunidad esté completamente involucrada. El equipo de promoción de salud de MSF los ayudará y los entrenará en la cloración del agua y el mantenimiento de los sistemas de agua.
Mujeres lavan una lona de plástico que sirve como techo para sus refugios. Esta actividad la realizan en una corriente contaminada de basura y heces en el asentamiento improvisado de Unchiparang, en Bangladesh, donde 33000 refugiados rohyngias se refugian después de haber huido de la violencia en Myanmar ©Paul Andrew Jawor/MSF
¿Cómo ves la situación en los próximos meses para los refugiados en Unchiparang?
Con la llegada de la estación seca y la llegada de más refugiados todos los días, el acceso al agua seguirá siendo una preocupación principal en todos los asentamientos. El río que atraviesa el asentamiento de Unchiparang se secará en dos o tres meses, como lo hace cada año, y los pozos proporcionarán cada vez menos agua por día.
Es importante que MSF y otras organizaciones se preparen y pongan en marcha sistemas de agua que puedan sostener la estación seca. Planeamos construir cuatro “piscinas” en el asentamiento de Unchiparang. Los llamamos así no porque las personas puedan nadar en ellos, sino para dar una idea de su tamaño. Miden siete metros cuadrados y tienen cuatro metros de profundidad. Pueden contener 200 metros cúbicos de agua y capturar tanto la lluvia como el agua subterránea. Esto no es una idea nueva. Tanques como estos están presentes en cada mezquita y algunas casas privadas en el área. Y MSF ha construido estos sistemas en otras intervenciones de emergencia, por ejemplo, en Myanmar después de que el ciclón Nargis.
Más allá del ámbito médico, mejorar el acceso al agua y al saneamiento es una parte importante del trabajo de MSF para satisfacer las necesidades de los refugiados en Bangladesh. MSF ya ha construido más de 200 letrinas, 25 pozos de agua y un sistema de abastecimiento de agua por gravedad. Mediante camiones, la organización también suministra a los campos y asentamientos un promedio de 100 metros cúbicos de agua provenientes del pozo en una de sus clínicas.