El principal activo de Alianza Lima es su gente
La ‘chata’ pasó minutos en shock y tenía la mirada perdida. Alguien que le tomó la mano decía que tenía casi la temperatura de un cadáver. Casi. Había hecho de un metro cuadrado su lugar en el mundo y donde moriría si fuera necesario para evitar que su gran amor fuese ultrajado.
Ella tiene cerca de 30 años y es victoriana. Pícara. De avance. Pero lo que tenía por delante estaba fuera de cualquier experiencia anterior de valentía barrial. La turba de la secta que intentaba tomar la explanada del estadio tenía el firme propósito no solo de instalarse en ese terreno; empezó a atentar contra símbolos queridos del pueblo y por los que cualquier aliancista se descompone si hay vejación.
Por eso la ‘chata’ tuvo semejante impulso. No le importó el riesgo y al ponerse delante del escudo de Alianza Lima, evitó que los fanáticos religiosos y revoltosos contratados se atrevan a dañar el emblema como lo habían hecho sin escrúpulos en otras zonas de la explanada. Literalmente fue el escudo del escudo.
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Las circunstancias, la provocación y las afrentas condujeron a que inevitablemente se produzca la violencia. Los hinchas desalojaron a los invasores y resultaron tan heridos como los cascos amarillos del Aposento Alto en un enfrentamiento en el que los dos bandos sabían que la reacción se daría en la escala del intento de despojo.
Las imágenes captadas por drones y avezados videoreporteros han dado la vuelta al mundo. El litigio judicial tendrá que ser vigilado en serio por la distraída administración de Renzo Ratto, quien no debe esperar que los hinchas sean los que salven el patrimonio del club.
Terminada la batalla (¡no lo duden, fue una batalla!), Alianza volvió a ser pueblo. Puso manos a la obra y decidió borrar el caos vivido en el más noble momento que ha visto el Perú en defensa de una querida institución deportiva. Como dice la canción: “gente morena, valiente y buena”, empezaron con la reconstrucción de sus símbolos y la limpieza de la casa. Así como la ‘Chata’, la señora Chela o el gesto de la cebichería Mi Barrunto y su donación de almuerzos para los héroes anónimos, el día se pasó limpiando el rostro del gigante que fuera atacado a traición, entre gallos y medianoche.
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Y por supuesto, vendrán las disputas legales. Hasta los políticos sacaron beneficio del deporte y quedará en el análisis si esto fue una efectiva cortina de humo a su favor. Pero en la historia de Alianza Lima quedará grabado que un 10 de setiembre del 2018, la gente blanquiazul evitó un despojo abusivo y se unió para ser una sola fuerza. Ahora a Renzo Ratto le toca defender al máximo patrimonio de la institución que no es su estadio ni sus jugadores ni siquiera su gran historia; es su gente. Había que entender esto desde el primer día.
PD. Alianza recibe a Cristal en casa este domingo. A los grones unidos no les gana nadie. ¿Vas?