El fin de un ciclo
Guillermo Sanguinetti no es el mejor ni el peor de los entrenadores que han pasado por Alianza Lima en la historia. Después de 16 meses en el cargo ha tenido aciertos, desaciertos y descalabros que, sin duda, merecen un balance a esta hora en que el equipo perdió la final con César Vallejo de manera justa e inobjetable.
El pedido de este post no está animado solamente por el resultado de ayer. Se trata de una revisión oportuna que tendría que estar en la agenda de Christian Bustos, el nuevo administrador blanquiazul.
Sanguinetti tocó techo y no supo redondear la campaña irregular y de pasajes interesantes que acumuló Alianza en el Torneo del Inca. No resolvió nunca el problema defensivo del equipo que no se sujeta unicamente a los zagueros centrales, sino a todo un andamiaje que debería tener claro la oncena para evitar tantos ataques mortales que sufre en los partidos.
Ha conformado un plantel desproporcionado si es que el objetivo es ser campeón. Si el objetivo apenas fuera ser protagonista, que se quede así. Muchos volantes de similares características, un solo delantero de área referente (Guevgeozián), marca insuficiente al medio -si Míguez está en un mal día, cualquiera pasa por encima al equipo-. Y para cerrar, defensores lejanos a la calidad que se requiere en un equipo tan grande.
Alianza llegó a la final con argumentos conocidos, que entusiasmaban, pero efímeros; dependientes de Christian Cueva principalmente. No jugó mal el volante, pero del saque no tuvo los compañeros con los que se sentía más cómodo para asociarse como Costa (por expulsión) y Noronha (relegado al banco de suplentes).
Si contra la San Martín, las decisiones de Sanguinetti resultaron, ayer fue todo lo contrario. Quiero darle el valor justo a Sanguinetti y que este post no parezca una rebeldía motivada por la derrota; se trata de un ciclo cumplido. Un ciclo que tuvo carencias y autosabotaje por parte de Susana Cuba que no terminó de entender su función en un club de fútbol. En el 2014 un equipo realmente corto que solo pudo ser campeón del Torneo del Inca, pero que negoció la esencia del fútbol aliancista para atrapar un resultado necesario. Después, cuando ya necesitaba ser Alianza otra vez, siguió con mezquindades de talento. Quedaba apenas un cúmulo de corazón en el equipo que le servía para sacar adelante partidos, más no para convencer con ser campeón. Así tuvo un Apertura 2014 para el olvido, una caída en la final del Clausura contra Cristal; una mala Copa Sudamericana y una pesima Copa Libertadores. Y en el 2015 volvió a caer en una definición.
Sanguinetti, al inicio de su gestión y cuando su grupo llegó a convencerse de su discurso de intensidad, del pelotazo a Guevgeozián y del juego por las bandas, fue interesante. Aprovechó la buena relación con sus jugadores y los comprometió con una idea que tuvo corta vida. Ahora, el desgaste es notorio y la prédica perdió vigencia con el plantel que se frustra al tener su segunda definición perdida en poco tiempo. No estoy seguro de que todos miren al Topo del mismo modo que cuando llegó en diciembre del 2013 y provocaba expectativa. Y en el fútbol la credibilidad de un técnico es determinante para sacar el 200% de un jugador.
Hay que observar también el momento económico del club que le debe dinero a los jugadores, que se acostumbraron a no concentrar como protesta y luego lo tomaron como cábala. Para Christian Bustos esto tendría que ser prioridad antes de ponerse la camiseta y trepar a la tribuna buscando flashes. Si cree que dicho acto fue una buena decisión, está equivocado. La identificación se consigue obrando bien y rápido. Agarrando la papa caliente y sin tanta politiquería.
Si Bustos prioriza el orden económico de manera cuadriculada, Sanguinetti se quedará. Esto para evitarse indemnizaciones y otros gastos, además de la llegada de un técnico más competente. Pero si es audaz corregirá el camino del club en lo futbolístico. Que sepa que el público grone es capaz de abarrotar el estadio cada fecha si encuentra un equipo que despierte emociones. Invertir en cambiarle la cara al equipo no sería un suicidio económico. Al contrario.
¿Y quién sería un buen entrenador? ¿De dónde lo sacamos si el Apertura empieza ya el fin de semana? Cabe recordar que el campeonato se paraliza el 24 de mayo, después del Clásico que se jugará en Matute. El Apertura llegará hasta la séptima fecha y entrará en receso debido a la Copa América hasta el 3 de julio. Buen tiempo para cambiar el chip de un equipo.
Bustos tendría que tener una asesoría honesta y reconocer que en el campo futbolístico está para aprender. ¿Nombrará un gerente deportivo al fin? Ese sello lo distinguirá. Si pretende contaminarse de tanto agente empresario que ofrece paquetes y malos técnicos, seguro no nombrará a nadie y será quien revise currículos y videos para hacer jales sospechosos. Si es derecho, definirá a un manager comprobado con quien definir una política deportiva a largo plazo que incluya con urgencia la recuperación de las divisiones menores aliancistas. ¿Por qué no sacamos ni un muchacho bueno hace tiempo?
No me corresponde sugerir nombres de entrenadores porque no tengo ningún tipo de interés ni amistad con intermediarios. A las decisiones que tome Bustos estaré atento para medirlo con la misma vara que tuve para Susana, Pocho, Franco, Cuchi y Masías, desde que me dedico al periodismo y a Alianza en especial.