El lugar que necesita refuerzo
Cada hora de la vida de Alianza es una historia vertiginosa de pasiones, traiciones, alegrías o tristezas. La vorágine de informaciones nunca se detiene y en el futuro hay más que una simple liguilla por jugar. Muchísimo más.
Está por ejemplo -y por encima de todo- la crisis dirigencial que vive el gobierno de Pocho Alarcón. Este lío de ‘blancos’ es la punta del nevado que, si se desmorona, puede sepultar a la ciudad blanquiazul. Y les explico por qué. Alarcón ya ganó las elecciones, pero los socios más que votar por su apellido y persona, lo eligieron por lo que significaba en ese momento acabar con la pésima y desgastada gestión del grupo de Augusto de Souza Ferreira y Carlos Franco, entre otros, que habían ganado algunos títulos en lo deportivo, pero que en lo institucional iban en un retroceso más apurado que el paso lunar de Michael Jackson. Fue una votación-manifestación contra el oficialismo descarado y tramposo.
El grupo opositor estuvo liderado desde siempre por Augusto Claux y secundado por Fernando Farah, hombres de importante nivel económico a los que no les causó ninguna crisis efectuar una campaña mediática perseverante para conseguir su propósito: conseguir que su agrupación no sea vetada de las elecciones en la que sabían que ganarían.
Pocho Alarcón apareció en escena recién en la recta final porque de lo contrario De Souza Ferreira y Franco habrían encontrado con tiempo algún mecanismo para impedir su candidatura, cosa que no sucedió en los últimos días previos a la inscripción de las listas. Y ganó alzando los brazos con Claux y Farah a diestra y siniestra. Qué miedo.
Luego fue algo así: Claux tenía claro que Pocho no se merecía el sillón presidencial tan fácilmente y reclamó el poder. Y Pocho, con el tesoro en los brazos se aferró a este sin la mínima intención de aflojar los brazos ni soltarlo. “El presidente soy yo y nadie más”, dijo.
Esto repercute ahora en lo deportivo directamente. Alianza tiene un presidente que vive con intensos sobresaltos y dos amenazas de infarto en pocas semanas, todo por los problemas con la Sunat (al parecer, inducidos por los enemigos del presidente que reclaman el trono del club) y que ahora deslizan posibles reemplazantes para Gustavo Costas, quien cerró filas a favor de Alarcón y pidió que lo dejen trabajar.
Costas se crió en un club con tantas o más disputas políticas e intrigas dirigenciales que Alianza Lima y por eso esto no le sorprende y sabe como estar en pie en pleno terremoto. En Racing de Argentina estas cosas hicieron que la ‘Academia’ deje de campeonar por larguísimos 35 años y que una gerenciadora (‘Blanquiceleste’) sea encargada de tratar el problema de forma empresarial. Eso siempre es necesario para acabar con los celos de los directivos por figurar y la tentación que significa manejar de forma artesanal un presupuesto de millones de dólares. Ahora mete ‘uña’ el ‘presi’ y al día siguiente el ‘vice’ y luego quiere hacerlo también algún gerente y esa es la mejor firma para alcanzar un fracaso sonoro y a colores.
En manos de Alarcón, Farah y Claux está que el club campeone a fin de año, incluso, con mayor responsabilidad que la de Costas y sus jugadores. El club necesita paz y demostrar unidad después de muchos años. ¿Cuántos problemas no se solucionarían con la obtención del campeonato y clasificación a la Copa Libertadores?
El Aurich y su presidente Edwin Oviedo así lo entienden y ya contrataron a Martín Arzuaga. El rival empezó a jugar y Alianza todavía no se atreve a asegurar al volante central paraguayo Édgar González (del Estudiantes de Argentina) por dólares más, dólares menos, a pesar de haberse quedado sin Paolo de las Haza. Yo estoy en contra de los mecenazgos por lo que no me parece correcto que Fernando Farah haya costeado la contratación de Óscar Vílchez, pero el caso del Aurich tiene otro tinte ya que Oviedo apuesta su patrimonio para no perder lo mucho que ya invirtió -en solitario- y por eso fue con todo por el colombiano. El chiclayano tiene más agallas y visión que el árabe para invertir ¿O es que el árabe es mucho más vivo y sobrevalúa a jugadores de poco oficio para beneficiarse? No me consta, pero quisiera saberlo y no solo escuchar lo que muchos comentan en Matute. ¿Sería lo justo no?