En las consultas, en repetidas ocasiones, los pacientes me preguntan: ¿está bien comer pan diario? Crecimos con los hábitos del clásico lonche después de las 5 de la tarde, donde nuestras abuelas nos daban pan con distintos acompañantes, como mantequilla, mermelada, palta o huevos, por ejemplo. Este hábito, si se mantiene con los años o décadas, nos llevará a que siempre estemos expuestos al pan, al igual que a todos sus componentes nutricionales, como harina refinada, manteca y demás ingredientes que sirven para darle ese olor, sabor y textura especial que lo hacen delicioso para nuestras papilas gustativas.
Después, los compuestos mencionados ingresan a la sangre para viajar hasta el cerebro, donde rápidamente activan nuestro sistema de placer, brindándonos sensaciones agradables y placenteras. Lo mismo sucede con cualquier tipo de dulce o helado que tengamos cerca diariamente, sobre todo en los fines de semana, donde el ocio y las actividades sociales reúnen a las personas para consumirlos, dando ese efecto “Lift Mental” dentro del circuito de placer
El alcohol posee actividad parecida a la que produce el azúcar o similares. Del mismo modo, las grasas saturadas o frituras generan ese mal hábito en muchas personas alrededor del mundo, produciendo una serie de consecuencias en contra de la salud debido al “hábito construido” durante muchos años o décadas.
Por ejemplo, el beber una cerveza todos los días, comer dos panes en el desayuno o almorzar una taza de arroz blanco todos los días durante años es un hábito que, como saben, desarregla los valores bioquímicos óptimos de la sangre, como la glucosa, el colesterol, las enzimas hepáticas y el ácido úrico. Asimismo, afecta algunas funciones biológicas sumamente importantes, como la limpieza colónica a través de la defecación, la presión arterial sistólica y diastólica, la filtración glomerular en ambos riñones para la limpieza de la sangre y el sueño alterado por el exceso de estrés y el consumo de bebidas altas en cafeína.
Por otro lado, después de visitar a nuestro médico y poder ubicar los puntos débiles de nuestra salud, podremos, con mucha fuerza de voluntad, empezar nuevos hábitos nutricionales. Estos serán capaces de direccionar nuestro día a día de una manera saludable, tema que se ha vuelto muy discutido dentro de la neurofisiología para poder entender por qué el ser humano se desvía del camino del bienestar mental y físico para acudir al senderp capaz de envejecer y enfermar nuestras células.
La respuesta a la interrogante mencionada está en la fabricación de alimentos y bebidas que generan sensaciones de placer, pero que -a nivel nutricional- no son saludables. La lista es larga y no quiero entrar a discutir con las grandes compañías. Sin embargo, sí es necesario mencionar esta información para poder cuidar la salud de nuestra familia.
Construir buenos hábitos no toma más de dos semanas. Por ejemplo, podemos cambiar el pan blanco por un carbohidrato complejo bueno, como el camote o la papá, así como dejar las bebidas azucaradas por agua. Es cuestión de días hasta que nos acostumbramos
Para muchos, el camino será más difícil, pero, con el pasar de los años, estarán contentos de haberlo empezado. Estos cambios nos harán sentir bien, enfermarnos menos y nos dará recompensas luego de algunos meses o años, mientras que un hábito no saludable puede traernos consecuencias rápidas en contra de nuestra salud, tanto física como mental.