Una de las afecciones más agresivas que puede padecer una persona, son las enfermedades neurodegenerativas. Estas afectan diversas funciones propias de nuestro organismo, como el equilibrio, el movimiento, el lenguaje y la respiración. El Parkinson es la segunda enfermedad más frecuente de este tipo, después del Alzheimer. Por lo general, se presenta con mayor incidencia en los hombres de 60 años hacia adelante y más del 90% de los pacientes ha sufrido durante el curso de la enfermedad o incluso antes, de un trastorno de depresión o ansiedad por un largo periodo, señaló Pablo Zumaeta, neurólogo de la Clínica Ricardo Palma.
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para el año 2023 se estima que habrá 12 millones de personas con la enfermedad de Parkinson. Si bien es cierto, se desconoce la causa específica, diversos estudios apuntan a que los hábitos adoptados previamente pueden guardar una estrecha relación con el desarrollo de este padecimiento, pues una vida sedentaria, el sobrepeso u obesidad, el tabaquismo, la carga genética, entre otros factores de riesgo, pueden aumentar la probabilidad, pero no son determinantes al 100%.
¿Qué es la enfermedad de Parkinson?
Es una patología que se produce tras una lesión en unas estructuras cerebrales denominadas, núcleos o ganglios basales, los cuales dejan de secretar dopamina, provocando que los movimientos corporales se vuelvan lentos y rígidos. Como explicó el Mg. Christiam Megue, director del Centro de Terapia Integral de Rehabilitación Neurológica VitaNova a Bienestar de El Comercio, esta es una enfermedad evolutiva que va aumentando con el tiempo, por lo que ocasiona la degeneración y discapacidad de los pacientes.
“Una vez que la persona tiene la enfermedad, lo que pretende el Parkinson es desarrollarse con mayor rapidez y que la persona esté en reposo absoluto para atacar severamente las funciones del organismo. Asimismo, una persona que sufre de artrosis, artritis o tiene algunas lesiones inflamatorias, esto aumenta significativamente el deterioro causado por el Parkinson. Por esta razón, es fundamental realizar un diagnóstico precoz e iniciar inmediatamente con el tratamiento según las necesidades de cada paciente”.
¿Cuáles son los síntomas de la enfermedad de Parkinson?
Definitivamente, la enfermedad puede manifestarse de forma diferente en cada persona; no obstante, el terapeuta afirmó que, los síntomas más característicos suelen ser los motores, los cuales incluyen: temblores en las manos, los brazos o las piernas, rigidez muscular, dificultad para controlar los movimientos y lentitud en los mismos, cambios en la postura y equilibrio y pérdida de fuerza. Además, pueden experimentar problemas para realizar actividades cotidianas, como hablar, tragar, escribir y hacer tareas con las manos.
Sin embargo, la principal dificultad que se presenta en pacientes con Parkinson, es la disminución de la longitud de los músculos, generándole una pérdida de fuerza y estabilidad que puede incrementar el riesgo de caídas. “Básicamente, los sarcómeros que son las unidades funcionales más pequeñas de la fibra muscular se van perdiendo, haciendo que los músculos se vuelvan más pequeños y que tengan mayor dificultad para contraerse y estirarse, razón por la cual, las personas no pueden levantar los pies correctamente o caminar. Igualmente, se acortan los músculos respiratorios y gastrointestinales, obstaculizando funciones básicas, como respirar o deglutir. Generalmente, los signos son bastante notorios en esta enfermedad, por lo que el diagnóstico realizado por un neurólogo, se basa en un estudio clínico y se complementa con una resonancia para determinar el nivel de lesión que se da en los núcleos basales”, recalcó Megue.
El aporte clave de las terapias de rehabilitación
Desde luego, cada paciente es un caso único, ya que puede haber personas que llevan 20 años con la enfermedad y la lesión no es tan grave, mientras que, otras que llevan 3 o 5 años presentan una alteración fulminante. Por este motivo, el profesional del centro VitaNova, destacó la importancia de que el tratamiento se ajuste a las necesidades de cada uno de los individuos, además, es sustancial que la parte farmacológica, guiada por un neurólogo y la rehabilitación, impartida por un especialista en terapia neurológica, realicen un trabajo multidisciplinario y conjunto, con la finalidad de aplacar los síntomas.
“En cuando a la rehabilitación, lo primero que se debe hacer es evaluar a la persona para determinar cuáles son los objetivos que se desean alcanzar. Adicionalmente, se realiza un estudio comparativo entre el movimiento motor típico y el del paciente para identificar las diferencias y saber cuál es la dificultad a tratar, ya sea un tema de fortalecimiento, rigidez, estiramiento, estabilidad, etc. Es por ello que, la terapia debe ser específica e individualizada, y es esencial reevaluar cada cierto tiempo al paciente para establecer el progreso y replantear las estrategias”, indicó el especialista.
Según Megue, la terapia neurológica en pacientes con Parkinson tiene 3 pilares importantes:
Terapia física
Sin lugar a duda, es una de las terapias de rehabilitación más importantes para las personas con Parkinson, pues los ayuda a mantener la fuerza muscular, mejorar su equilibrio y coordinación y reduce el riesgo de caídas. “Básicamente, los terapeutas físicos especializados en enfermedades neurodegenerativas orientan los ejercicios hacia una mejora de la postura, la marcha y la amplitud de movimiento de las articulaciones, así también como buscan potenciar la capacidad de realizar actividades cotidianas de manera segura y eficientes”, señaló.
Terapia ocupacional
Principalmente, este tipo de terapia tiene como objetivo ayudarles a los pacientes a mantener su independencia funcional y mejorar ciertas habilidades perdidas a través de actividades cotidianas y esenciales, tales como vestirse, atarse los zapatos, cocinar, limpiar, conducir, entre otras. De igual manera, se busca abordar por medio de estrategias, los problemas cognitivos en funciones, como la memoria, concentración y atención, los cuales son consecuencias de la enfermedad que dificultan el desempeño de la persona.
Terapia de lenguaje
La enfermedad del Parkinson afecta el habla, la comprensión, la comunicación y la deglución de los pacientes. En general, esto se debe a que los músculos de la laringe y el esófago se acortan, causando una disfagia, la cual es un trastorno de la deglución, por este motivo, los pacientes corren el riesgo de atorarse y sufrir de una neumonía por aspiración. Ante estos casos, es fundamental mejorar la capacidad de tragar y realizar ejercicios para fortalecer los músculos y nervios que controlan este proceso.
“Por otro lado, los músculos del complejo orofacial también pierden fuerza, ocasionando disartria, un trastorno del habla que afecta la capacidad de articular las palabras o la disfonía, que repercute en la calidad, el tono y el volumen de la voz del paciente, por ello es clave enseñarles técnicas de respiración, articulación, pronunciación y vocalización para mejorar la calidad del habla y reducir la fatiga vocal”, puntualizó.
¿Con qué frecuencia se deben realizar las terapias?
Con respecto a la enfermedad de Parkinson, el terapeuta manifestó que, los pacientes suelen tener días on y off, es decir, día buenos y malos, respectivamente. Por esta razón, es importante plantear las actividades según el estado actual del paciente, con el fin de lograr una constancia, ya que, con una rehabilitación bien planificada, la persona verdaderamente puede mejorar en menor o mayor medida su funcionalidad.
“Se suele recomendar 6 horas de terapia física, 3 horas de terapia ocupacional y otras 3 de terapia de leguaje, en total son unas 12 horas a la semana. También se les proporciona una guía de actividades y ejercicios en las tres áreas para que los realicen en casa. En definitiva, esta es una enfermedad en la que el estado emocional juega un papel fundamental, pues si un paciente que estaba con andador, con la terapia recupera su movilidad y un día se tropieza y sufre una fractura, esta inmovilización puede significar un retraso en la rehabilitación y un avance de la enfermedad. Por consiguiente, es fundamental que los pacientes sean tratados en serio y no en serie y, además, el compromiso de las personas es clave para potenciar sus habilidades al máximo”.
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