Enforcarnos en nuestro desarrollo personal es fundamental, pues es la clave para una vida más plena y satisfactoria. Esto nos permite trabajar y mejorar nuestro bienestar emocional, lo cual finalmente se ve reflejado en diversos ámbitos en los que nos desenvolvamos, ya sea laboral, educativo, social, deportivo, entre otros. Desde luego, este crecimiento no se logra de la noche a la mañana, sino que requiere de un proceso constante que tiene como eje central la introspección, que nos permite ahondar y descubrir nuestra propia esencia e identidad, con el objetivo ser más conscientes sobre nuestras emociones, pensamientos, fortalezas, oportunidades de mejora, metas, etc.
Este proceso de aprendizaje y mejora continua es importante para los seres humanos, pues potencia el autoconocimiento, la autoestima, la autopercepción y la autoaceptación, así como promueve el crecimiento emocional y proporciona una mejor calidad de vida. Sin embargo, qué sucede cuando nos dejamos llevar por una serie de hábitos poco saludables, los cuales son actitudes y patrones de comportamiento que adoptamos de forma consciente o inconsciente, ya que incluso a veces surgen por inercia, pues parten de la perspectiva y visión que hemos ido creando por una serie de experiencias previas con respecto al mundo exterior, pero también sobre nosotros mismos.
Claramente, mantener este tipo de posturas obstaculizan nuestro crecimiento y capacidad de cambio, pues entramos en un espiral de pensamientos irracionales que impactan significativamente en nuestras emociones y comportamientos, puesto que sostenemos una actitud limitante, pesimista y enfocada al fracaso. Por esta razón, es sumamente importante aprender a reconocer estos hábitos, acción que finalmente es parte sustancial para iniciar nuestro desarrollo personal, ya que nos volvemos más conscientes de todo aquello que interfiere con ese crecimiento y sensación de autorrealización que tanto anhelamos.
¿Cuáles son los hábitos poco saludables que interfieren en nuestro desarrollo personal?
Es importante tomar en cuenta que, el que se genere un pensamiento irracional en cierta manera es natural; sin embargo, el problema surge cuando estos persisten y se convierten en un hábito que trasciende en el tiempo y rigen nuestra forma de vivir, por ello la importancia del autoconocimiento y la introspección, los cuales nos permiten analizar eso que sentimos o pensamos, con el fin de determinar el origen y causa, para justamente trabajar en ellos.
A continuación, quiero compartir contigo algunos de los hábitos con los que considero que todos hemos convivido en algún momento.
Evitar afrontar las situaciones
Esto guarda relación con ese miedo e incertidumbre que nos frena y nos impide asumir nuestra realidad, pues de alguna u otra manera, nos sentimos abrumados cuando tenemos que enfrentarnos a situaciones que representan un desafío para nosotros. Constantemente estamos percibiendo la vida como una serie de amenazas, en lugar de visualizar las oportunidades de crecimiento que se nos van presentando en el camino. Además, tenemos este pensamiento recurrente sobre nuestra baja autoeficacia, razón por la que nos sentimos incapaces de manejar y afrontar las adversidades, lo que, sin duda, obstaculiza el logro de nuestras metas y objetivos.
Priorizar la percepción de los demás
En definitiva, el darle tanta importancia a lo que piensan los demás, parte por nuestra necesidad innata de la aprobación de nuestro entorno, pues somos seres biopsicosociales, que buscamos ese sentido de pertenencia y validación de los demás por miedo al rechazo. Asimismo, el concepto que tenemos sobre nosotros mismos a menudo está basado en las opiniones de las otras personas, esto quiere decir que, nuestra autoestima, autoconfianza y validez como seres humanos depende únicamente de si los demás nos perciben de forma positiva. Si bien puede ser algo natural, nunca debemos olvidar que nuestra autopercepción y autoaceptación debe primar sobre la de los demás y, para construirla es necesario conocernos en profundidad.
Vivir a través de nuestras emociones negativas
Muchas veces se tiene la creencia de que es necesario reprimir nuestras emociones, especialmente, las negativas; sin embargo, creo que para lograr un crecimiento personal es necesario experimentarlas, ya sea la tristeza, la ira, el miedo, etc., pero el problema surge cuando nos aferramos permanentemente a ellas, es decir, empezamos a vivir y a percibir el entorno a través de ellas, lo que nos lleva a adoptar una perspectiva negativa y bastante desalentadora. Lo más importante es aprender a soltar, darnos nuestro espacio de vivirlas y entenderlas, pero que no alberguen nuestros pensamientos y determinen nuestros comportamientos y actitudes.
Culpar y sentirnos culpables
Creo que es uno de los sentimientos más habituales en nuestra vida, pues muchas veces solemos cargar con ella, por un lado, cuando nos autoculpamos, tenemos la sensación de estar atrapados en un ciclo de rumiación, en el que nos centramos únicamente en nuestros errores y le damos vuelta a las consecuencias de nuestros actos, lo cual puede ser muy perjudicial para nuestra salud mental, ya que podemos experimentar niveles altos de ansiedad e inclusive desarrollar depresión. No obstante, la otra cara de la monera se centra en esta inhibición y total falta de responsabilidad por asumir nuestras fallas, por lo que culpamos a los demás, cuestión que puede generar resentimientos y conflictos, impactando significativamente en nuestras relaciones interpersonales.
Es importante recordar que, por más que hayamos adoptado estos u otros hábitos, como cualquier otro patrón o actitud, sí es factible dejarlos a un lado; sin embargo, depende únicamente de nosotros, quienes debemos tener una postura de cambio y empezar a darle mayor relevancia al poder dedicarnos un tiempo para nosotros y trabajar en nuestro desarrollo y bienestar personal. En caso sintamos que hay algo que nos genera un malestar permanente, lo ideal sería acudir donde un especialista, el cual pueda acompañarnos en este proceso de mejora continua.
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