Estamos a unos cuantos días del inicio del año escolar y universitario, lo que puede causar que muchas personas empiecen a experimentar cierto estrés, ya que durante este periodo si bien es cierto, se desarrollan muchas habilidades y conocimientos, ello también conlleva una serie de desafíos intelectuales que requieren del control adecuado de nuestras emociones. Por ejemplo, cuando tenemos que desempeñar un examen, independientemente del grado de dificultad, puede llegar a ser una situación que causa temor, ansiedad, tensión, duda, inseguridad, incertidumbre, nerviosismo, entre otras sensaciones.
Definitivamente, en ocasiones nuestras largas horas de estudio pueden verse como un esfuerzo insuficiente, si una vez que estamos frente al examen, nuestra mente sufre un bloqueo y no podemos demostrar todo ese conocimiento que hemos adquirido. Por esta razón, es importante tomar en cuenta ciertas estrategias de autorregulación emocional, es decir, esa capacidad de poder gestionar los pensamientos, acciones, y emociones, las cuales permiten lograr una experiencia más satisfactoria del aprendizaje.
¿Cómo puedo hacer para rendir un buen examen sin que mis emociones me perjudiquen?
Planifica y organiza
A veces, tenemos tanta información almacenada en nuestra cabeza y si le sumamos el estrés del día a día, no cabe duda que, podemos llegar a olvidarnos de algo que verdaderamente es importante. Por este motivo, es fundamental llevar a cabo una organización sistemática que nos permita planificar nuestra jornada de estudio y así aprovechar al máximo nuestro tiempo. De igual forma, es recomendable siempre estudiar con previa anticipación, puesto que, si se realiza horas antes del examen, nuestro cerebro no va a poder ejecutar un adecuado procesamiento de la información y finalmente, no se va a poder alcanzar un aprendizaje significativo.
Estrategias metacognitivas
¿Alguna vez has olvidado lo que has estudiado? Probablemente, muchos lo hayamos experimentado, ya que solemos estar muy acostumbrados al aprendizaje memorístico, el cual únicamente permite que el conocimiento sea retenido por corto plazo. Sin embargo, si lo que deseamos es lograr un aprendizaje significativo y duradero, tenemos que tener la capacidad de ser consciente de nuestras propias cogniciones, es decir, nuestras habilidades. Para ello es clave, establecer una asociación entre los contenidos nuevos con aquellos que ya hemos aprendido, por medio de la meta-memoria, meta-pensamiento y meta-comprensión, en otras palabras, saber qué estrategias me son más útiles, tener el conocimiento de cómo realizo las conexiones mentales y optimizo el proceso y finalmente, la capacidad de reflexionar y evaluar si realmente he comprendido lo estudiando.
Hábitos saludables
El tener la responsabilidad de estudiar, no significa que tengamos que descuidar nuestro bienestar, pues debemos entender que nuestra vida no debe girar únicamente en torno a ello, ya que, para lograr un desarrollo y crecimiento personal, es sumamente necesario apuntar a otras actividades que nos permitan despejar nuestra mente de dicha carga intelectual. En definitiva, la actividad física, una dieta saludable y mantener un horario adecuado del sueño, ayudan a fortalecer y establecer correctamente el aprendizaje. De igual manera, podemos apostar por poner en práctica técnicas de relajación, las cuales permiten alcanzar un estado de consciencia más calmado, que facilitan la conexión con uno mismo y a dejar de lado, aquello que nos consume y nos produce episodios de estrés.
Autodiálogo positivo
Por lo general, nuestro peor crítico somos nosotros mismos, pues muchas veces determinamos nuestro valor de acuerdo a nuestras capacidades, ocasionando que nuestra autoestima se vea perjudicada. Sin lugar a duda, este tipo de ideas que tenemos sobre nosotros, pueden limitarnos e inducirnos a fallar por falta de autoconfianza. Dicho ello, es primordial que realicemos un diálogo interno positivo, el cual vaya de la mano con una actitud optimista y motivacional, para así evitar creer que hemos fracasado antes de intentarlo.