¿Sabías que la microbiota de nuestro intestino tiene una comunicación bidireccional muy estrecha con nuestro cerebro? Es por eso que nuestro estrés altera de forma directa nuestra microbiota intestinal y su funcionamiento.
La sección Bienestar del Diario El Comercio conversó con Melissa Paz y Sofia Arriarán, nutricionistas clínicas expertas en medicina funcional y fundadoras del Instituto de Salud Integrativa, quienes explicaron cómo nuestra salud intestinal se ve afectada por nuestro estrés.
El sistema nervioso que se activa por estrés puede generar cambios en los movimientos intestinales, en las sustancias que necesitamos para digerir como enzimas y ácidos gástricos, y en la microbiota intestinal. Este es el efecto que causa el estrés en el intestino.
Debemos tener en cuenta que nuestro aparato digestivo produce sustancias que benefician nuestra salud emocional, como la serotonina o dopamina. Entonces, cuando ocurren estos cambios en la microbiota intestinal se genera un desequilibrio.
¿Cómo saber si mi salud intestinal está siendo afectada?
Estos son algunos de los síntomas más comunes, los cuales debemos evitar normalizar, ya que son signos de que nuestra salud intestinal necesita atención.
- Estreñimiento: Cuando vemos que las deposiciones no se hacen con regularidad o no están bien formadas.
- Gases: Es normal tener gases; sin embargo, cuando está presente por mucho tiempo no es normal.
- Problemas en el sistema inmune: Más del 50% del sistema inmunológico está en el intestino, entonces tener infecciones constantes, alergias o enfermedades autoinmunes nos dan una alerta.
- Gastritis
- Sensación de acidez
“Es recomendable que personas que tienen una respuesta al estrés muy elevada, o tal vez otro diagnóstico como ansiedad o depresión, se realicen una evaluación de la microbiota intestinal y de la función intestinal a pesar de que no tengan síntomas porque el síntoma del desbalance de la microbiota intestinal podría ser ese estrés, ansiedad o depresión”, agregó Arriarán.
¿Qué tipo de tratamiento debo seguir?
Ambas nutricionistas expresaron que este tipo de trastorno necesita un abordaje multidisciplinario y ese es el principal error porque no suele tratarse de esta forma.
Si bien cada tratamiento es diferente, es necesario complementar un poco de todo, ya que no solo funciona con una dieta específica. Entonces, se trabaja de forma complementaria con un abordaje psicológico, nutricional, salud física y gastroenterología.