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Tragedia en Arequipa: una avioneta que venía de Lima con 300 mil soles se estrelló y la primera radiofoto nacional captó el suceso hace 60 años
El 8 de noviembre de 1963, la avioneta de una compañía pesquera alzó vuelo en el aeropuerto Lima-Callao (lo que sería el ‘Jorge Chávez’) rumbo al puerto de Mollendo, en Arequipa, pero nunca pudo aterrizar. Dos días después, se hallaron los restos del piloto y cenizas de miles de billetes.
Era un Cessna la avioneta marcada por la fatalidad esa mañana del viernes 8 de noviembre de 1963, cuando el piloto argentino Carlos Miguel Ball Lima decidió volar en esa nave, luego de volver de una partida con otro avión que tenía desperfectos técnicos. Mollendo, en Arequipa, lo esperaba, pues llevaba documentos y 300 mil soles en efectivo de la Empresa Pesquera Mollendo S.A. La mala visibilidad y una falla mecánica originaron la tragedia. Hace 60 años el suceso estremeció al país, que pudo ver por primera vez una radiofoto del avión caído el mismo día que fue tomada.
Alrededor de las 6 y 30 de la mañana, Carlos Ball inició su vuelo al sur en un avión de matrícula OB-664. El novísimo aeropuerto en el Callao, el que reemplazaría al viejo terminal aéreo de Limatambo, lo había visto partir, pero luego lo vio regresar a los pocos minutos: ¿Qué había sucedido? Ball les dijo que no quería volar en esa nave porque percibió algunos “desperfectos técnicos”.
Entonces, a las 7 y 11 de la mañana, Ball subió en la avioneta Cessna monomotor, de matrícula OB-519. Su objetivo era llegar al puerto de Mollendo, en Islay, Arequipa, a eso de las 10 y 45 de la mañana; en todo caso, antes de las 11 am. Según el corresponsal de El Comercio en la Ciudad Blanca, el pequeño avión llevaba un equipo de radio, por ello se supo que el piloto mantuvo un último contacto con el aeródromo arequipeño “hasta las 10.59 am.” (EC, 9/11/1963)
Estaba a pocos minutos de llegar a Camaná, y Ball llegó a comunicar que tenía suficiente gasolina “como para dos horas más de vuelo”. El monomotor se declaró perdido entre San Juan y Mollendo.
Carlos Ball viajaba solo. Se confirmó que sus cargas eran documentos de la empresa, un aparato nuevo de radio y billetes por la suma de 300 mil soles. El Comercio informó al día siguiente que, “en cuanto se declaró en emergencia la Cessna, despegó de Arequipa una avioneta del Aero Club local, procediendo a su búsqueda en la zona comprendida entre Camaná y Mollendo”. (EC, 9/11/1963)
Un segundo avión de búsqueda partió de Lima, y hasta un tercero despegó para lo mismo desde Atico, en Caravelí. Pero todo fue infructuoso y se temió un accidente fatal. En su viaje a Mollendo, el Cessna de Carlos Ball debía volaba sobre el mar.
UN GRAVE ACCIDENTE AÉREO EN MOLLENDO: MIENTRAS PERÚ ARDÍA POR DENTRO
Ese mismo día de la desaparición y el accidente del Cessna, el Perú vivió momentos críticos: mientras en el Senado se discutía el proyecto sobre la Brea y Pariñas, presentado por el Ejecutivo, un desquiciado hizo estallar una bomba en el Congreso de la República. No muy lejos de allí, en el jirón Ica, en el Centro de Lima, un voraz incendio dejaba carbonizado a un joven.
Y no solo eso: en la provincia de Ferreñafe, en la hacienda “Batán Grande”, en Lambayeque, un avión caza de la FAP se estrelló y su piloto, el capitán Jorge Pitaluga, uno de los “cuatro ases de las Fuerzas Aéreas Peruanas”, salvó su vida al lanzarse en paracaídas. Todo indicaba que no era un buen día para volar en el cielo peruano. El fuego, la explosión y la muerte estaban jugando con la vida de varias personas durante esa jornada fatal de noviembre de 1963.
Lo del monomotor Cessna fue demasiado dramático. La idea era buscar por aire todo el viernes 8 de noviembre, pero el operativo se suspendió por las malas condiciones del tiempo, que fue empeorando cada vez más. El sábado 9 de noviembre se retomaron las acciones de auxilio, aunque fue muy tarde.
LA AVIONETA CESSNA ES HALLADA EN SIGUAS, COMPLETAMENTE DESTRUIDA
Ese mismo sábado 9 de noviembre de 1963, los restos del Cessna fueron localizados por un equipo de la Compañía Nacional de Teléfonos del Perú (CNTP), en la zona de Siguas. En ese distrito existía la “Posta Ruiz”, con un equipo de microonda.
Vista desde lejos, no había aparentemente señales de vida en la avioneta. Era la destrucción total. Todo estaba hecho pedazos y carbonizado. Era casi imposible pensar en hallar con vida a Carlos Ball Lima, el desafortunado piloto.
“La avioneta OB-519 se estrelló entre unas colinas. Ella fue avistada en la zona de Siguas, a unos 90 kms. de Camaná, a la altura del km. 116 de la Carretera Panamericana Sur y en territorio apartado de la costa”, informó el diario decano. (EC, 10/11/1963)
El puesto policial de Tambillo era el más cercano a la zona del desastre, a menos de 30 kms. Esta comisaria se hizo cargo de las primeras investigaciones. Por presión de la empresa pesquera, la Policía parecía tener la misión principal de rescatar el dinero (los 300 mil soles) o lo que quedaba de él.
La Empresa Pesquera Mollendo S.A. informó que esa cantidad de dinero estaba destinada al pago de los sueldos y jornales de los trabajadores de la compañía. La empresa detalló, además, que el piloto Ball conocía bien la ruta, puesto que había realizado en los últimos meses el mismo trayecto aéreo Lima-Mollendo “portando mayores o menores sumas de dinero”. (EC, 10/11/1963). La única razón para que Ball se haya alejado tanto de la costa, unos 100 kms., hasta llegar a San Juan de Siguas, podía ser que su avioneta haya sufrido un serio desperfecto mecánico, indicó la pesquera.
La Policía recién mandó un destacamento a la zona de la caída a las 7 y 15 de la noche, de ese sábado 9 de noviembre. Por ese motivo, se esperaba que el equipo policial, al mando del Mayor Óscar Luque, llegara a la zona, aproximadamente, a las 6 de la mañana del domingo 10 de noviembre. Sin embargo, por una imprecisión de los datos, llegaron a media mañana de ese día.
Para el personal de la 33 Comandancia de la Guardia Civil, “la avioneta se estrelló en circunstancias sumamente extrañas, y que desde la posta de microonda de Siguas se puede leer el número de matrícula de la nave, abatida entre terreno accidentado”. (EC, 10/11/1963)
LO QUE VIERON LOS RESCATISTAS EN SIGUAS LES ROMPIÓ EL ALMA
El domingo 10 de noviembre de 1963, al llegar al punto del siniestro, los rescatistas solo vieron cenizas. Las cenizas de los miles de billetes (300 mil soles) y las del cuerpo del pilotoCarlos Ball Lima. Pedazos de la avioneta regados a varios metros a la redonda. Ya entonces, los pilotos que buscaban y las autoridades aéreas estimaban que la fatal combinación de una falla mecánica y la malísima visibilidad de la zona hicieron que la nave saliera de ruta y, finalmente, se precipitara con violencia en esa alejada localidad de la costa arequipeña.
Dos días después del accidente, ocurrido el viernes 8 de noviembre de 1963, las autoridades recién pudieron certificar la muerte del piloto del Cessna y la destrucción total de la avioneta que hacía el vuelo matutino Lima-Mollendo.
El dolor de los rescatistas se acentuó cuando también hallaron los objetos personales de Carlos Ball. “Una sortija, un reloj de oro, una billetera, guantes y lentes. Todo esto será enviado a su esposa”, informaba el diario decano. (EC, 11/11/1963)
Se precisó la ubicación del avión caído, el cual fue localizado exactamente “a 154 kms. De Arequipa, un kilómetro de la Carretera Panamericana Sur y en las inmediaciones de la segunda posta de microonda de la Cía. Nacional de Teléfonos”. Casi no quedó nada de la nave monomotor, salvo fierros retorcidos y fundidos. Curiosamente, lo único que permaneció igual, intacto, fue una rueda que salió disparada a unos 30 metros del choque.
Luis Astengo, piloto y vocero de la misma empresa pesquera, informó a los medios de prensa que la víctima contaba con un seguro de vida. Lo que no estaba protegida contra riesgos era la avioneta Cessna, que costaba, según El Comercio, “22,000 dólares”.
Astengo señaló que su compañero Ball pasó por Camaná a las 10 y 15 de la mañana de ese viernes 8 de noviembre; y confirmó lo ya dicho sobre la falla mecánica y el mal tiempo como explicación para que Ball saliera de la ruta. Solo en ese caso un piloto experimentado como él pudo hacer algo así. Es la única explicación, dijo.
Las autoridades dijeron, además, que el accidente debió haber sucedido algunos minutos después de las 10 y 15 de la mañana. En una “reconstrucción” de los hechos, en base a los datos obtenidos, era muy probable que Ball haya empezado a buscar desesperadamente algún campo para aterrizar de emergencia, una vez que confirmó la falla o el desperfecto en su avioneta. (EC, 11/11/1963)
EL COMERCIO TRANSMITIÓ LA PRIMERA RADIOFOTO NACIONAL CON UNA IMAGEN DEL ACCIDENTE EN AREQUIPA
La tragedia estaba consumada en Arequipa. Entonces, existió la necesidad de dar a conocer las primeras fotos del accidente a nivel nacional, pues era una noticia que había impactado a la opinión pública. Eso permitió que el diario decano se convirtiera en el medio peruano pionero en la transmisión de radiofotos nacionales.
En la mañana del lunes 11 de noviembre de 1963, El Comercio dio a sus lectores la posibilidad de ser testigo de un hecho ocurrido el mismo día: se trató del proceso de traslado de los restos de la avioneta Cessna y del piloto Ball, caídos en la costa arequipeña. (EC, 12/11/1963)
La transmisión fotográfica se concretó por intermedio de la red radiotelefónica de microonda entre Lima y Arequipa, que había inaugurado la Compañía Nacional de Teléfonos del Perú (CNTP), con el apoyo de retransmisores. De la fotografía original del rescate de los restos del aviador argentino Carlos Ball, tomada en Arequipa, se pasó a tener en Lima de inmediato la misma imagen, en su versión como la “primera radiofoto del Perú”.
Pese a haber un ambiente de celebración (el presidente Fernando Belaunde fue el primero en tener en sus manos la radiofoto del accidente fatal), la situación generó sentimientos encontrados: era una mezcla extraña de dolor y tristeza por la tragedia aérea, por un lado, y, por otro lado, la satisfacción de ver cómo una noticia de esa importancia llegaba a todo el país a través de esa nueva tecnología. (EC, 12/11/1963)
La foto llegó a Lima con una buena claridad, en una transmisión “a miles de kilómetros de distancia sin utilizar alambres”. Sin duda, se trató de un verdadero avance tecnológico de las comunicaciones periodísticas, y que empezó revelando un hecho duro y demasiado trágico.
En tanto, los restos del piloto argentino, radicado en el Perú, Carlos Miguel Ball Lima eran traídos a Lima para su velatorio y entierro, el miércoles 13 de noviembre de 1963.
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