Hoy recordamos que hace 61 años se abrieron oficialmente las puertas del principal escenario para carreras de caballos de nuestro país.
Unos 45 mil espectadores presenciaron admirados, el 18 de diciembre de 1960, la ceremonia de inauguración del gran Hipódromo de Monterrico, construido en el actual distrito de Surco, con una inversión de 120 millones de soles de la época.
Mientras la Banda de Música de la Guardia Republicana tocaba la “Marcha de Banderas”, el Jefe de Estado, Fernando Belaunde, hizo su ingreso al inmenso recinto, donde fue recibido por César del Río, presidente del Jockey Club.
Luciendo trajes de gala para la ocasión, asistieron, además del primer mandatario, los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado, ministros y embajadores. Antes de la ceremonia oficial, el presidente procedió a visitar las amplias instalaciones de la planta baja.
El acto central empezó con el discurso del señor Del Río, quien manifestó que “le significaba un gran honor y profunda satisfacción inaugurar el nuevo Hipódromo de Monterrico, obra extraordinaria que desde ya quedaba convertida en el hogar del turf peruano”.
Por su parte, el presidente Belaunde expresó que declaraba inaugurado el Hipódromo, obra que podría lucirse en cualquiera de las capitales del mundo. En seguida, el arzobispo de Lima Juan Landázuri bendijo el local, y luego se descorrió el velo que cubría la placa recordatoria.
Hasta que empezaron las carreras. Y la primera tuvo su emocionante partida a la 1 de la tarde. El ganador fue el caballo “Week End” del Stud “Arequipa”. Y en el “Clásico de la tarde” se impuso “Pensador” del Stud “Pacífico”, cuyo propietario, Enrique Alexander, recibió la copa de manos del presidente de la República.
A las 3:23 de la tarde, del domingo 31 de mayo de 1970, un sorpresivo movimiento de tierra interrumpió la jornada habitual de carreras. Fotos halladas en el Archivo de El Comercio muestran los rostros de pánico y desconcierto del público que se encontraba en el hipódromo.
Cientos de espectadores optaron por abandonar las tribunas principales, saltando las barandas e invadiendo la pista de arena. En las imágenes de observa como algunos caminan, pero la mayoría corre, tratando de alejarse de las tribunas, por el temor de que el techo de las mismas se les viniera encima.
Otros prefirieron abandonar sus asientos y subir a las partes altas de las graderías, esperando a que cediera el movimiento telúrico. En una de las fotografías se aprecia como un hombre es cargado por otros mientras se coge el rostro, aparentemente por estar herido o conmocionado.
Más de un millón de jóvenes, en un ambiente de fiesta jamás visto, recibieron al “Papa amigo” en un inmenso escenario levantado en el Hipódromo de Monterrico, el sábado 2 de febrero de 1985, durante la primera visita al Perú del Sumo Pontífice.
La amplitud del coloso de la hípica nacional permitió reunir a una enfervorizada multitud convocada para un encuentro especial entre Juan Pablo II y los jóvenes del Perú, quienes lo aguardaron bajo un sol “sahariano” por más de doce horas. Se estima que ese día se reunieron allí un millón de almas.
El Papa Peregrino instó a los asistentes a no olvidar que “la paz y los jóvenes caminan juntos”. La vistosidad que rodeaba el estrado principal, de nueve metros de altura, era un espectáculo aparte. Banderas rojas blancas y amarillas se agitaban incansablemente, mientras voces frescas entonaban cantos en honor del Vicario de Cristo. La jornada terminó con una hermosa luna plateada pegada en lo oscuro del firmamento.
Al día siguiente un evento similar, dedicado a las familias del Perú, volvió a abarrotar el hipódromo, según dijeron, con más gente que el día anterior.
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