La primera mención en El Comercio sobre el navío de rescate la hallamos el 17 de setiembre de 1914: “Por informes de fuente digna de crédito se sabe que dentro de cuatro días debe zarpar del Havre (ciudad francesa) el vapor nacional ‘Urubamba’, que va a hacer el viaje al Callao trayendo a bordo una gran cantidad de peruanos”.
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El conflicto mundial había tenido su génesis el 28 de junio de 1914 con el trágico asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando, monarca heredero del Imperio Austro-húngaro.
Rápidamente dos bloques en pugna se mostraron los dientes. Por un lado Alemania y Austria-Hungría y por el otro casi toda Europa, liderado por Francia, Inglaterra y Rusia. El 28 de julio se inició una cadena de declaratorias de guerra que incendió el viejo continente.
Nuestros compatriotas, que estaban en países como Francia, Bélgica y Holanda por razones de estudio, trabajo y turismo quedaron a tiro de cañón. El estallido de la conflagración fue contado por el corresponsal del decano en París, Luis Varela Orbegoso, quien firmaba como CLOVIS.
Varela escribió: “Me hallaba en el bulevar Haussman, frente a la sucursal del correo, cuando un chiquillo se encaramó sobre una silla y empezó a pegar en las puertas un letrero que decía: Ministerio de la guerra. Orden de movilización general”.
Sobre nuestros connacionales publicó: “Los extraordinarios sucesos de que es ahora París centro principal, han sorprendido en esta ciudad luminosa a un grupo de peruanos”.
Valera cuenta que muchos compatriotas se hallaban haciendo turismo, mientras otros eran habituales residentes, y que ambos grupos sumaban una cantidad importante.
Entre ellos se encontraban los ciudadanos María Pardo y Barreda, el aviador Juan Bielovucic (que ofreció sus servicios al gobierno francés), Mercedes Candamo de Bryce, Francisco García Calderón, el contralmirante Pedro Gárezon, José Pardo y Barreda (quien había sido presidente del Perú entre 1904 y 1908, y lo sería entre 1915 y 1919), y muchos otros más.
El 4 de agosto Alemania invade Bélgica y dirige sus tropas hacia París, aunque son detenidos en el Marne por los franceses. La situación de los peruanos se torna dramática, la Primera Guerra Mundial estaba en curso.
El 1 de octubre de 1914 el ministerio de Relaciones Exteriores en Lima confirma que el ‘Urubamba’, de la compañía nacional de vapores, había dejado Liverpool (Inglaterra) con rumbo a Cardiff (Gales) para proveerse de carbón y emprender viaje hacia el Callao.
El 7 de octubre el buque peruano, de 4.700 toneladas y bajo el mando del capitán Alexander Baxton, zarpa del Havre e incorpora también a los marineros del ‘BAP Elías Aguirre’ (ex crucero ‘Dupuy de Lome’) –que se encontraba en aguas francesas- y a muchos otros peruanos que huían de París, Londres y otras ciudades del viejo continente.
Hasta el 19 de octubre existió una suerte de ‘silencio informativo’, pues recién ese día el decano publica la nota “El viaje del Urubamba”, donde dice que el vapor ha salido del puerto francés de Lorient. Allí recogió a los militares peruanos que hacían estudios en el ejército francés y a los particulares que ansiaban volver a nuestro país.
Fue un crucero francés comprado por el gobierno peruano en 1912 y que no solo resultó un fiasco como buque de guerra por ser antiguo e inservible, sino que las arcas nacionales no pudieron terminar de pagarlo.
Hacia este barco fue destacado un grupo de marineros en una tarea tan inútil como desgastante. Mientras se encontraban a bordo de él en Lorient los sorprendió la Gran Guerra.
Por eso desde Lima la administración del presidente Oscar Benavides decidió que estos marineros se sumaran a los peruanos que se rescatarían del viejo continente en el ‘Urubamba’.
El 6 de noviembre el corresponsal de El Comercio en Panamá confirma que el vapor peruano, que podía alcanzar los 13,5 nudos de velocidad, había arribado a Colón con 280 pasajeros a bordo.
Cuatro días después inicia su travesía final hasta el Callao, mientras aquí en Lima se vivía una gran expectativa por recibir a los peruanos que habían escapado de los bombardeos y de un imparable avance alemán que ya había invadido territorio belga y francés.
El 15 de noviembre, cuando el ‘Urubamba’ arribó a nuestro primer puerto y se ubicó delante de la dársena, desde tierra se pudo divisar a todos los pasajeros asomados por las bordas de las dos cubiertas y a la tripulación, los soldados y la marinería formados marcialmente sobre la segunda. Todos contemplaban por fin el país que los vio nacer.
Desde las 5 de la mañana una multitud de embarcaciones pequeñas se habían hecho a la mar llevando gran cantidad de familiares y amigos deseosos de llegar hasta el vapor nacional y abrazar a sus seres queridos.
A las 7 de la mañana zarpó una embarcación con un equipo de sanidad para la inspección de los pasajeros. El proceso fue rápido pues durante la travesía se informó que ninguno de ellos había sufrido alguna enfermedad.
La primera autoridad nacional en abordar el buque fue el ministro de Guerra Augusto Bedoya, quien fue recibido por el comandante Ernesto de Mora, jefe de la marinería que dos años antes había partido a Francia para traer al ‘Elías Aguirre’.
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Bedoya recibió los honores del caso y luego el personal militar de tierra accedió a cubierta para contactarse con sus camaradas recién llegados.
Después el público en general pudo subir a la nave para encontrarse con los peruanos que habían escapado de la guerra.
Mientras el equipaje de los recién llegados era retirado del buque, el capitán del ‘Urubamba’, Alexander Baxton, acompañó al ministro Bedoya a recorrer todos los compartimentos de la nave.
Por su parte, los pasajeros que iban poniendo pie en su tierra de origen narraron algunos incidentes vividos en el vapor nacional, como la reparación de desperfectos que se tuvo que hacer en el puerto de Portsmouth.
Asimismo, tuvieron que soportar un temporal al pasar frente a las islas Azores y además se produjeron dos interrupciones en el funcionamiento de las máquinas por lo que debieron detenerse en medio del océano Atlántico para hacer las reparaciones del caso.
Luego de atravesar el Canal se presentó la rotura de uno de los pistones, lo que obligó a reducir la velocidad en el andar de la embarcación.
Según los viajeros también hubo problemas con la alimentación a bordo por la escasa provisión de víveres. En medio del viaje existió escasez de agua dulce para la preparación de los alimentos y la higiene de las personas. Para superar el impase hubo que apelar al agua salada, manifestaron a la prensa.
El ‘Urubamba’, nave construida en Francia que había llegado al Perú en 1911, trajo en sus bodegas 3.073 bultos, 1.995 toneladas de carbón y 2.415 sacos de mercadería. Pero sobre todo fue la “casa flotante” temporal para todos los peruanos que veían amenazadas sus vidas por un conflicto que se tornaría cruel y cubriría de sangre por varios años a toda Europa.
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