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La increíble historia del hombre que recibió una factura de más de un millón de soles por su consumo de agua potable en los años 80
En agosto de 1983, Carlos Montalván recibió la factura por el consumo de agua potable de su casa del Centro de Lima. Ahí se enteró que tenía que pagar más de un millón de soles. Ese año, se presentaron varios casos similares en Lima.
Días después que el ejército libanés recuperara el control total de Beirut, una sorprendente historia se conoció en todo el Perú a través de las páginas de El Comercio. El 2 de setiembre de 1983, el diario decano publicó una entrevista con Carlos Montalván, quien vivía con su familia en una casa del Centro de Lima.
El hombre estaba indignado por tener que pagar más de un millón de soles a Sedapal. Esta deuda era por su consumo de agua de agosto. Sin embargo, la sorpresa más grande se la llevaría en la oficina principal de esta compañía. Ese año se dieron varios casos similares en Lima. Un suceso del que ya pasaron más de tres décadas.
Todo empezó la mañana del viernes 26 de agosto de 1983, cuando Carlos Montalván recibió la factura por el consumo de agua potable de su casa, ubicada en la calle Teniente Arístides del Carpio Muñoz (ahora calle Teniente), en el Cercado de Lima. Al abrir el recibo, el hombre se sorprendió al enterarse que le estaban cobrando un millón 114 mil 369 soles por este servicio. Su familia no entendía lo que estaba pasando.
En el estado de cuenta, se describía que S/. 2,626,681 eran del consumo de “meses anteriores”. A esto se le sumaba el tributo especial D.L.163 por 262 mil 667 soles y el ajuste de abril de ese año (1983) por S/. 627. Estos montos tenían varios descuentos por reclamos: uno de 907 mil 905 soles y otro de S/. 90,790. Además, el cliente tenía un saldo a favor de 776 mil 911 soles. Tras ver eso, Montalván decidió ir a reclamar.
Días después, la mañana del 29 de agosto, Carlos fue, acompañado de un familiar, hasta la oficina principal de Sedapal. Allí estuvo más de tres horas y nadie le dio una respuesta a su problema. Uno de los empleados le dijo que solo podía indicarle el monto de su recibo, ya que eso era lo único que le arrojaba el sistema. Luego, intentó hablar con un alto funcionario, pero este lo “ignoró” y no quiso recibirlo.
Días después, el 31 de agosto de 1983, Carlos Montalván visitó la redacción de El Comercio para hacer público su reclamo. Ahí manifestó que no era justo lo que le cobraba Sedapal. También reveló que en mayo había pagado S/. 3346 por su servicio de agua. Incluso mostró sus recibos anteriores. Además, expresó que era “insólito” que uno de los montos de su “supuesto” descuento superara el total de la deuda. Un pago que ya había vencido el 30 de agosto.
Asimismo, dijo que él “nunca” había hecho ningún reclamo a la compañía de agua. La única vez que se acercó a reclamar a una de sus oficinas fue cuando se enteró del millonario monto que tenía que pagar. Del mismo modo, reveló que, aunque no había pagado sus recibos desde mayo hasta agosto, no era posible alcanzar tal cifra. Así terminó la entrevista y se retiró de la redacción del diario decano.
Horas más tarde, este periódico se comunicó con un representante de Sedapal. El funcionario reconoció que la empresa estatal había cometido “algunos errores” en la facturación, originados, en su mayoría, por la mala lectura del medidor. También reveló que estos exorbitantes montos se debían “al consumo mal asignado o un pago no descartado”. Esto lo iban a ver en las siguientes semanas.
Ese día, la compañía de agua potable sacó un comunicado invocando a sus usuarios a “realizar la revisión y reparación minuciosa de las instalaciones sanitarias internas de sus domicilios”. Según la nota de prensa, era importante evitar fugas y desperdiciar el agua. Después, no se tuvo más información de este reclamo. Ese año, se presentaron varios casos similares al de Carlos Montalván solo en Lima.
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