La historia del motociclista que terminó con un lapicero clavado cerca del corazón
Todo sucedió en la intersección de la Plaza Bolognesi y la avenida Alfonso Ugarte, en pleno corazón de Lima. Un accidente vial terminó con un joven mortalmente herido al incrustársele un lapicero a tres centímetros del corazón.
El mismo día en que el presidente del directorio de General Motors llegaba al Perú para inspeccionar una nueva planta de ensamblaje, un increíble hecho casi le cuesta la vida a un joven peruano. El 6 de enero de 1965, José Huertas fue hospitalizado de emergencia tras sufrir un accidente de tránsito en el Cercado de Lima. El muchacho tenía clavado, a pocos centímetros del corazón, su propio lapicero que portaba en el bolsillo de su camisa. El extraño caso ocurrió cuando su moto chocó con la puerta de un auto colectivo. Esa noche fue operado en el Hospital Obrero (ahora Hospital Guillermo Almenara). Días después, los médicos le dieron de alta.
GRAVE ACCIDENTE EN MOTO
Eran las 6 y 30 de la tarde de aquel día, cuando José Huertas, de 32 años, condujo su motocicleta hasta llegar a la cuadra 14 de Alfonso Ugarte. Al ver que había una gran congestión vehicular decidió meterse entre dos largas filas de automóviles. Una decisión que casi le costó la vida.
Así, el joven manejaba a máxima velocidad, sin medir el peligro. A pocos metros de la Plaza Bolognesi, un auto colectivo que se dirigía hacia Magdalena del Mar frenó inesperadamente a la mitad de la avenida para que descendiera un pasajero. En ese momento, Huertas impactó contra la puerta del vehículo. El choque hizo que se le incrustara en la tetilla izquierda, cerca del corazón, un lapicero que llevaba en el bolsillo de su camisa. Solo quedó afuera un centímetro del objeto de escritorio. El muchacho quedó inconsciente.
De inmediato, un policía de tránsito se acercó al lugar y subió al motociclista en el mismo colectivo para ser llevado de emergencia a la Asistencia Pública de la avenida Grau. Allí los médicos decidieron que debían trasladarlo al Hospital Obrero para realizarle una operación de extracción. Huertas fue llevado inmediatamente a unas cuadras más arriba, en la misma avenida Grau.
Tras ser ingresado por Emergencia, los doctores del hospital optaron por hacerle, primero, un examen radiológico para determinar el alcance de la lesión. Descartaron que el objeto tocara el corazón; sin embargo, temían que este hubiera perforado la pleura o parte del pulmón. Su estado era de pronóstico reservado.
RIESGOSA OPERACIÓN
Esa misma noche, el joven motociclista fue sometido a una operación de urgencia. Los médicos querían asegurarse que la extracción no comprometería ningún órgano vital. La intervención quirúrgica fue realizada por un equipo de cirujanos del Departamento de Emergencia del nosocomio. El arduo trabajo de cirugía duró cerca de dos horas. Pero el procedimiento fue exitoso: José Huertas estaba fuera de peligro.
El 9 de enero de 1965, El Comercio Gráfico anunció la buena noticia. El muchacho evolucionaba favorablemente y se encontraba aislado en un cuarto del hospital. Sin embargo, sus médicos dieron la orden de que no recibiera ninguna visita hasta que no mejorara su estado de salud.
También le dijeron al cronista de la edición vespertina del diario que el paciente se hallaba tranquilo, aunque un poco desencajado por cómo sucedieron los hechos. Además, explicaron que hablaba muy poco, debido a que aún tenía mucho dolor en la parte afectada. Por eso solo movía la cabeza cuando se le preguntaba algo. Más adelante, José Huertas fue dado de alta. Y se recuperó completamente de un accidente que pudo serle fatal. ¿Fue un milagro o pura suerte? Lima se dividió entre creyentes e incrédulos.