Julio Iglesias también llora. Y lo hace compartiendo penas amorosas embebidas en tequila. Brinda por ellas aunque mal paguen, con las sencillas letras de las rancheras y los corridos mexicanos. Como en una interminable serenata mariachi, en su más reciente disco “México & amigos”, el divo español hace duetos con las voces más reconocibles de nuestra escena. Buscó en su agenda de amistades y todos respondieron al llamado: Juan Luis Guerra, Plácido Domingo, Joaquín Sabina, Pablo Alborán, Andrés Calamaro, Omara Portuondo, entre otros.
Del otro lado de la línea telefónica, el artista de 73 años confiesa estar complacido: “Son gente maravillosa, artistas grandes, que tienen esta música en el alma. Cuando veo lo que ha pasado con el disco hoy, siento una enorme alegría por la generosidad de aquellas gentes maravillosas”, afirma. “Hoy en día, la música joven entra de una manera diferente a como hace 20 años. Entonces, pensé en llamar a artistas amigos míos para colaborar en este trabajo. No es cuestión de vender discos ni nada. Es cuestión de estar vivo”.
—Es curioso que alguien que ha cantado con tantas estrellas en su vida lance su primer disco de duetos.
A mí también me sorprende. Lo que me convenció, aparte de la generosidad de los artistas que aceptaron, es que un álbum así pasa solo una vez en la vida.
—Un álbum para coleccionistas...
Para mí es un clásico. Le gusta a mi mujer y a mi niño. Me llaman gentes que no lo hacían en 20 años para pedirme entrevistas. Esa es una buena señal.
—¿Cómo han sido las grabaciones? ¿Se reunió con los artistas o se trabajó sobre pistas ya producidas?
La verdad es que yo he mandado mi voz entera con la música, para que ellos pusieran su voz donde quisieran. Ha sido un proceso sencillísimo, porque todos son artistas del carajo, con unas voces preciosas e identificables.
—Una ranchera mexicana habla especialmente de despecho. No es el sentimiento que más asociamos a su nombre, ligado más bien a la seducción. ¿Qué puede decirnos del despecho romántico alguien que, al parecer, en amores no ha fallado ninguna vez?
¡No, no, no! ¡Te confundes, te confundes! En el amor, una cosa es juntar los ojos y otra cosa es juntar las almas. Cuando empecé a cantar se juntaban los ojos por todos lados. Y yo decía: "¡No me lo puedo creer, Dios mío! Yo he tenido novias. La verdad que las he tenido, sí. Para que te voy a mentir. Novietas que me consideraban a mí también un noviete. Éramos novietes y novatos. Pero el alma no estaba junta. El alma la considero exclusiva para el amor, aunque no soy ya un apostador de amores. A mí me gusta más hacer soñar que soñar. Dicho eso, mi concepto del amor es distinto ahora. Mi seducción, como dices tú, se ha parado hace muchos siglos.
—Pero la seducción lo define. Usted es un seductor por naturaleza...
Uno nace seductor, no se hace. Desde que eres niño. No se puede remediar. Tampoco hay que ser tan cínico y decir que cuando Dios te da el arte de la seducción tú te quedas parado, sin ejercer esa profesión maravillosa que es que te quieran más rápido, que es la definición de seducción.
—¿Alguna vez ha llorado de amor, ahogado las penas en tequila?
Alguna vez, sin tequila, he llorado. El tequila lo he bebido en pocas ocasiones, la última vez con Vicente Fernández, en su casa. ¡Y me agarré un pedo del carajo! ¡Pero por supuesto que he llorado! Por amor de Dios. ¡Puedo ser un llorón a veces! Hoy huyo de eso, porque llorar es muy amigo de la nostalgia, ¿sabes? A mí, la nostalgia, si no es entre amigos, no me llama la atención.
—¿La nostalgia puede ser una mala consejera?
El pasado es una maravilla cuando tienes futuro. Yo no puedo irme a la cama a dormir con el pasado. Me moriría de pena.
—En el disco no faltan temas fundamentales como "Ella" y "Amanecí en tus brazos". ¿Qué le fascina de un compositor como José Alfredo Jiménez?
Es para mí el escritor más grande de la historia de la música en español. Con letras cortas y sencillas hizo romances que mataron el alma de millones de gentes. Hicieron querer, llorar, pensar, juntarse, separarse. ¡Es la hostia! Estamos hablando de un genio. Tuve la suerte de conocerle en el aeropuerto de México cuando yo era muy jovencito y él iba con su trío. Le dije: “¡Maestro!”, y él me respondió: “¿Y tú quién eres?” [ríe]. Para mí, “Ella” es la perfecta canción de desamor. [Recita] “Me cansé de rogarle, me cansé de decirle que yo sin ella de pena muero. Ya no quiso escucharme, si sus labios se abrieron fue para decirme, ya no te quiero”. ¡Coño! En cinco palabras, te han dicho que te mandaron a tomar por culo. Aunque tú piensas que un enamoradizo como yo no tiene predisposición al desamor, la verdad es que yo he escrito mucho más al desamor que al amor. “Hey”, “Abrázame”, las canciones mágicas de mi vida, son todas de desamor.
—Canta con Joaquín Sabina "Y nos dieron las diez". Uno podría pensar que entre ustedes hay grandes diferencias políticas. ¿La música reconcilia esas posiciones?
En la canción con Joaquín, yo soy el pijo y él es el golfo. Se matizan mucho mi voz conservadora y la voz hiriente, fuerte, bella, de Joaquín. Pero al conversar, se establecen lazos. Nos sentimos absolutamente iguales. Si nos encontramos en la calle, nos damos un beso en la boca como se los dan los rusos.
—Hablando de dúos, usted tuvo una estrecha relación con Frank Sinatra. ¿Qué aprendió de él?
De Sinatra yo he aprendido la humildad de la vida. Era y es el más grande. Las veces que estuvimos juntos, un centenar porque teníamos el mismo mánager (Eliot Weisman), fueron lecciones de humildad, de cariño, de generosidad. Fui a cantar con Tony Bennet en la celebración de su cumpleaños 70 organizada por la NBC en Los Ángeles. De repente, se levantó para darme un beso. Me dijo: "Tú tienes las tripas que tengo yo". Durante nueve años ofrecimos conciertos benéficos juntos por todo sitio. Fue una maravilla.
—¿Qué opina de la leyenda negra que relaciona a Sinatra con la Cosa Nostra, la mafia italiana?
A mí también me ha venido a ver mucha gente italiana en el Radio City, donde canté 46 veces. ¡No tiene nada que ver! La Italia grande tiene de todo, gente buena y gente mala. Como los chinos, los peruanos, los españoles. Yo qué sé. Los grandes siempre deben tener leyendas negras también. ¿Por qué no?
—Al diario argentino "La Nación" le dijo que entre usted y Mario Vargas Llosa existe una "relación extraterritorial", a propósito de su relación con Isabel Preysler. ¿Qué quiso decir?
Si estoy en una mesa con Mario, seguro nos comunicamos del carajo. Él me puede hablar a mí de Sófocles y yo le puedo hablar de Kant. Yo le puedo hablar del Real Madrid y él del Atlético. Él me puede hablar de su mujer... ¡Y yo también! [ríe].
—A propósito del Real Madrid, ¿cómo ve llegar a su equipo favorito a la final de la Champions?
Pues fíjate: El Madrid tiene mejor media y mejor delantera que la Juventus, pero la Juventus tiene cuatro tíos en la defensa que son una muralla, empezando por Buffon. Es la ofensiva contra la defensiva. Nosotros, para ganarle a la Juventus tenemos que meterle dos goles.
—¿Arriesga un pronóstico?
Vamos a ver: el equipo sale con Navas en el arco, Sergio Ramos, Marcelo Vieira, Luka Modric, Casemiro, Toni Kroos, Cristiano, Karim Benzema y puede ser Gareth Bale o Isco. Si Bale está en forma, ganamos, porque es un jugador excepcional. Jugará en Cardiff, que es su tierra, y sé que sueña con esa final. Si no la juega, se iría del Real Madrid. Es mi opinión personal. Es cierto que tiene muchas lesiones; si se recupera, puede ganar a la Juventus.
—¡Le pedí un pronóstico y me ha hecho un análisis entero!
Yo lloro por mi equipo. Hablo con Florentino Pérez (su presidente) cuando le veo jugar mal. Ahora estoy contento porque lleva cuatro partidos jugando como la madre que los parió. Pero tuvo un principio de temporada que fue una mierda. Ahora Keylor Navas está parando todo. El Madrid tiene una defensa buena, rápida, buenos aleros, pero lo de la Juventus es una cosa descomunal. ¡Para meter un gol a Buffon hay que metérselo por la espalda!
*Entrevista publicada en El Comercio el 17 de mayo de 2017