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Fiestas Patrias hace 40 años: viaje en el tiempo a una Lima en vísperas del 28 de julio de 1983
Muchas cosas han cambiado desde ese julio de 1983, pero otras se han mantenido vigentes incorporándose a una larga tradición. Descubra esa previa al Día de la Independencia del Perú que vivieron sus padres, tíos y abuelos hace 40 años. ¿Cómo era un 27 de julio en esa Lima de apagones, desfiles escolares y Feria del Hogar?
Mientras en el plano internacional, el mundo veía cómo Nicaragua, el país centroamericano gobernado por los sandinistas, caía cada vez más bajo la influencia de Cuba y la URSS, con la llegada ese miércoles 27 de julio de 1983 de doce buques con armas soviéticas; en el ámbito local, ese mismo día, se realizaba el sorteo de Fiestas Patrias de la Lotería de Lima y Callao, cuyo billete número “42-17-95″ resultó el ganador del premio mayor de 500 millones de soles. Así empezaba aquella víspera de 28 de Julio para los peruanos ochenteros. Pero hubo otros sucesos curiosos o interesantes en esa jornada de hace, exactamente, cuatro décadas.
El conocido abogado (luego conspicuo político del PPC) Ántero Flores-Araoz era entonces el vicepresidente de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima. Fue él quien dio los detalles del billete ganador, vendido hacía siete días, el 20 de julio de 1983, “en las oficinas de la Lotería, al agente mayorista Benjamín Villavicencio del jirón Camaná”. (EC, 28/07/1983)
El nombre del ganador no se supo, pero al parecer se trató de un trabajador que, en grupo, compró la llamada “guerrilla” (un lote grande de números). Ese año, el sorteo rompió el récord histórico en premios, pues a este primero de 500 millones de soles se sumaron uno segundo, de 200 millones de soles, y luego un tercero, de 100 millones de soles; además de otros premios complementarios, que dieron la cantidad de 2,160 millones de soles, “repartidos en un total de 42,758 billetes premiados”. (EC, 28/07/1983)
JULIO, 1983: EL PÚBLICO DE LIMA INVADIÓ LAS TIENDAS DE ELECTRODOMÉSTICOS Y ROPA
Pero, más allá de algunas movidas político-militares internacionales, y de sorteos millonarios, lo que movilizó verdaderamente a los peruanos, y principalmente a los limeños, fueron las increíbles ofertas por Fiestas Patrias que ofrecieron las tiendas y negocios de electrodomésticos, vestuarios y todo lo que pudiera rematarse ese fin de mes patrio.
El punto neurálgico de esa histeria colectiva por los remates comerciales era, como lo fue en el Perú desde el siglo XIX, el Jirón de la Unión, en el Centro de Lima. Allí se reunían todas las clases sociales, y aún en 1983, año de mucha violencia, crisis económica y escasez de alimentos, o justamente por ello, la gente se volcaba a esa arteria urbana para aprovechar y llevarse “dos por uno” algo que deseaban y durante todo el año no podía adquirirlo.
La leyenda de una foto de ese momento en la que se apreciaba un atiborramiento de gente frente a unos escaparates, lo describía muy bien: “En el último día hábil de la semana de Fiestas Patrias, los establecimientos comerciales estuvieron ayer muy concurridos. El público prácticamente invadió el centro de Lima para realizar sus compras, especialmente en el Jirón de la Unión”. (EC, 28/07/1983)
Claro está, no solo las tiendas aprovecharon el tumulto, también lo hicieron los eternos comerciantes ambulantes que “hicieron su agosto”. En ese tiempo, y ya con el jirón adoquinado para paseo peatonal, este se llenó de ambulantes, que además estaban en todas partes de la capital.
Eran los meses finales de la gestión del alcalde Eduardo Orrego, de Acción Popular. Pese a sus esfuerzos, parecía que la batalla estaba perdida con los informales.El diario decano comprobó entonces que no había policías municipales, o los había tan pocos, que solo atinaban a mirar cómo se invadían zonas restringidas a la venta ambulatoria.
Aquel 27 de julio de 1983, ese fue el panorama comercial del centro de la ciudad. “Y así el ambiente llegó hasta avanzadas horas de la noche”. (EC, 28/07/1983)
JULIO, 1983: EL COMERCIO Y SU BRILLANTE EDITORIAL PATRIÓTICO
Hace 40 años, con la dirección de Alejandro Miró Quesada Garland y Aurelio Miró Quesada Sosa, El Comercio redactó ese 27 de julio no cualquier editorial. Era el editorial que los peruanos leerían al día siguiente, durante el aniversario 162 del Perú.
Con el título de “Independencia, Libertad y Unión”, el diario decano hizo pedagogía histórica, resaltando que la independencia había sido el resultado de un largo y difícil proceso impulsado por diversos movimientos ideológicos y luchas heroicas desde finales del siglo XVIII.
Independizarse de la dominación española fue necesario, pero también lo fue rechazar cualquier influencia extranjera, en forma física o ideológica. Se indicaba en el editorial, además, que para preservar la libertad debíamos defender los valores nacionales y reducir los desbalances económicos del país. Finalmente, El Comercio pedía una auténtica “unión de los peruanos” para así enfrentar a los enemigos internos y foráneos, aquellos que justamente apelaban a la desunión del país.
La alusión final era clara hacia las acciones terroristas de Sendero Luminoso (SL), que arreciaba por esos meses especialmente en el interior del país.
JULIO, 1983: UNA OPOSICIÓN RESPONSABLE Y LÚCIDA. EL INFALTABLE DESFILE ESCOLAR
Era el tercer año del gobierno constitucional del arquitecto Fernando Belaunde Terry, que había llegado al poder en julio de 1980, y los balances de la oposición eran diversos, tomando en cuenta los daños del terrorismo de SL y los duros embates del Fenómeno del Niño de ese año ‘83.
En medio de toda la crítica parlamentaria, destacó la lucidez de uno de los senadores opositores, el doctor Enrique Bernales Ballesteros, de Izquierda Unida (IU), quien sintetizó la situación de esta forma: “Pese a que el tercer año del gobierno ha sido difícil ha habido un esfuerzo significativo e importante por respetar la libertad de expresión y el ejercicio de la libertad de prensa”. (EC, 28/07/1983)
Asimismo, Bernales propuso una reflexión sobre las condiciones sociales y económicas del país “como caldo de cultivo que es utilizado por el terrorismo”, dijo.
Al mismo tiempo que el senador de la IU declaraba aquello, en las calles y plazas de casi todos los distritos de Lima Metropolitana, miles de escolares desfilaban en homenaje a la independencia del Perú. Era su desfile, el único en el que mostraban sus escarapelas, pabellones y escudos nacionales.
Se trataba de una vieja tradición escolar que perduraba desde décadas atrás, y que hacía que los colegiales, hombres y mujeres, se prepararan meses antes, incluyendo a sus propias bandas de música que afinaban sus instrumentos a la espera de ese 27 de julio en que desfilarían frente a sus familiares y maestros.
JULIO, 1983: MUNICIPIO DE LIMA PARTICIPA EN LA JORNADA 27
Pero, ese día previo del día central de Fiestas Patrias, otra institución oficial y representativa decidió tomar el protagonismo, más allá del acaparamiento del Gobierno Central el 28 y 29 de julio. Se trató de la Municipalidad de Lima Metropolitana.
Esa vez, el discurso de Orden del Día estuvo a cargo del regidor Luis García Miró Elguera. En sintonía con otros discursos políticos e institucionales, el representante edil remarcó la necesidad de ser consecuentes con los valores y principios de los próceres de la independencia, quienes colocaron por encima de las rencillas la imagen del Perú independiente.
En ese 162 aniversario patrio, el Concejo de Lima declaró “huésped ilustre” y le dieron las llaves de la ciudad al “Intendente de Buenos Aires, Jorge Guillermo del Cioppo”. (EC, 28/07/1983)
El alcalde de Lima, Eduardo Orrego Villacorta, redondeó la faena de discursos ese 27 de julio de 1983. El alcalde Orrego destacó la trascendencia de la amistad peruano-argentina, perennizada eternamente desde las acciones que desarrolló José de San Martín para darnos independencia.
Orrego recordó otro hecho que, a través de la historia, ha contribuido a estrechar aún más los lazos amigables entre ambos países; se trataba de la vida y obra del héroe de la Guerra del PacíficoRoque Sáenz Peña, ante cuyo busto en Lima se había tributado homenaje momentos antes.
Como era costumbre en el municipio limeño (aún hoy es así), el ceremonial incluía la lectura pública del “Acta de la Independencia”, pero antes se entonó el Himno Nacional del Perú. Tras la lectura a cargo del regidor Arturo Sánchez Vicente, se entonó también el Himno Nacional argentino.
JULIO, 1983: EL PUEBLO HALLÓ SU PROPIA FORMA DE DISFRUTAR ESE DÍA Y ERA EN LA FERIA DEL HOGAR
Era una costumbre instalada en el ADN del peruano de los años 80: no había Fiestas Patrias sin Feria el Hogar, una tradición que se inició a fines de los años 60, pero que cobró un nivel de “acontecimiento del año” durante las décadas de 1970 y 1980. Se montaba en la avenida La Marina, en San Miguel, cerca de la pequeña Plaza San Miguel de ese tiempo.
Los que más disfrutaban de la diversión de la Feria del Hogar eran, por supuesto, los niños y adolescentes, y los jóvenes en general. Así ocurrió ese 27 de julio de 1983. Hoy esas personas pasan los 45 años y aún deben recordar el cohete de Phillips, los juegos mecánicos, las tiendas comerciales, los conciertos, los shows infantiles, además de los deliciosos churros, manzanas acarameladas y algodones de azúcar que fascinaban a los asistentes, grandes y chicos.
Para muchos, asistir a la Feria del Hogar era el premio que recibían por haberse esforzado durante el primer semestre del año escolar. Pero, los que no se esforzaron tanto, igual la disfrutaban. La Feria del Hogar era democrática en ese sentido.
El “Gran Estelar” era un momento mítico: en esos año 80 y 90, pisarían el escenario de la feria estrellas como Héctor Lavoe, Celia Cruz, Miami Sound Machine, Shakira, la Sonora Ponceña, Maná, Los Fabulosos Cadillacs y Charly García.
No obstante, debemos precisar que el primer “Gran Estelar” se realizó justamente en julio de 1983. Fue el primero de muchos. Esa vez, el primer show fue de salsa. El Oscar D’ León rompió las formalidades (si es que había alguna en pie) para hacer bailar a toda la gente hermosa de la Feria del Hogar.
Así la pasamos los peruanos la previa de las Fiestas Patrias en ese Perú enloquecido de problemas de 1983. Ese 27 de julio, el país sangraba, pero también quería vivir, tenía esperanzas, ilusiones, como seguramente lo tenemos ahora.
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