El mensaje en la botella que llegó a El Comercio en 1965
El 3 de diciembre de 1965, El Comercio publicó un manuscrito que fue lanzado dentro de una botella a las aguas del Atlántico, dirigido hacia nuestro diario y firmado por un pasajero.
Como en la navegación de antaño, después de recorrer 490 millas por el Atlántico, una botella flotante llegó hasta las costas de Brasil portando un mensaje para el diario El Comercio de Lima.
El autor de la carta viajaba en un vapor de la Amazon Royal Mail Lines, que había zarpado el 3 de setiembre de 1965 de Montevideo, Uruguay.
Siguió a Santos, ciudad costera del estado de Sao Paulo, en Brasil, y luego se dirigió a Río de Janeiro. Desde allí enrumbó por el Atlántico en dirección hacia Las Palmas, en las Islas Canarias.
A los nueve días de haberse iniciado la travesía, uno de los pasajeros del navío decidió escribir un texto destinado específicamente al diario El Comercio del Perú.
El remitente se encontraba a 490 millas (780 kilómetros) de Brasil, cuando introdujo el escrito dentro de una botella, herméticamente cerrada, y la lanzó al mar.
Mientras el barco continuó con su trayecto, la botella con el mensaje quedó a merced de las corrientes marinas, para finalmente llegar hasta el Faro de Santana, en el estado brasileño de Marañón, a unos 3.500 kilómetros de Lima.
En ese lugar, el sargento Cleocyr Santos divisó en la playa la botella y la recogió. El radiotelegrafista de la Marina de Guerra brasileña observó sorprendido el mensaje encapsulado en la botella.
El mensaje en la botella
El texto viajero decía lo siguiente: “Diario El Comercio, Lima-Perú.- Amazon. 12 de septiembre de 1965. Atlántico a 490 millas de Brasil fue tirada al mar. A lo mejor llega un día a Lima. Atentamente. (Firma ilegible).
La botella fue encontrada por el militar brasileño un 2 de noviembre, a las 10 de la mañana, hora local, 51 días después de haber sido lanzada al mar.
El idioma en que fue escrito el texto, la alusión a Lima y la mención del diario El Comercio hacen suponer que el autor de las líneas podría haber sido un peruano o alguien que haya residido en nuestro país.
La naturaleza de la firma, manuscrita en letra corrida o script hace imposible determinar el nombre del creador del mensaje.
“Es marino, indudablemente, el remitente. Su firma, lamentablemente, resulta ilegible; pero de su oficio queda para adivinarlo”, señala finalmente la nota del decano.