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| Crónica
El incidente de la I Guerra Mundial que dejó a un marino alemán varado en Lima y a merced del amor de una peruana
Hermann Leopold estaba en el buque alemán Rhakotis, acoderado en el Callao, cuando las autoridades peruanas intervinieron la nave. Todo en el marco de la Primera Guerra Mundial.
El Gobierno peruano solicitó satisfacciones por aquel episodio, que no fueron contestadas en Berlín. Entonces decidió capturar a los buques del país agresor, que se encontraban en el puerto del Callao, después de romper relaciones diplomáticas con Alemania, el 14 de junio de 1918.
En los muelles chalacos hubo alboroto. Las naves detenidas fueron el velero Maipo, las barcazas Omega y Tellus, y varios vapores, entre ellos el Rhakotis. En este buque carguero un joven y sorprendido marinero llamado Hermann Leopold se preguntaba qué sería de él, mientras observaba atónito cómo las autoridades peruanas tomaban posesión del barco.
Ignorando la ruptura de relaciones entre Perú y Alemania, el Rhakotis había tocado puerto en el Callao, justamente en su viaje inaugural, pues había sido lanzado al mar en el puerto de Hamburgo solo unos meses atrás.
Aquel 1918 El Comercio informó sobre el inmediato desembarco de los 177 marineros y 43 oficiales que se encontraban en los buques germanos. Todos fueron trasladados al hoy desaparecido cuartel “Dos de mayo”, donde permanecieron detenidos y luego de tres días puestos en libertad.
Esta historia se la contó al decano en 1964 Hermann Leopold, junto a su esposa peruana, al cumplirse medio siglo del inicio de la Primera Guerra Mundial.
El alemán reveló que gracias a esa experiencia había podido encontrar el amor de su vida en nuestras tierras.
“El abordaje del Rhakotis fue sorpresivo, nadie lo esperaba”, recordó el veterano hombre de mar. “Cuando la marinería peruana tomó a su cargo la nave, corrí a la popa del barco y bajé la bandera alemana, que hasta hoy la guardo como una reliquia”.
Leopold dijo también que ninguno de los tripulantes del flamante barco, capitaneado por el oficial Reimes, presintió lo que iba a suceder al terminar de acoderar en los muelles chalacos.
En 1918 Leopold tenía 15 años y era el “benjamín” entre los 46 tripulantes del Rhakotis. Tras el incidente, fueron 16 los alemanes que echaron raíces en nuestro país, mientras Europa se desangraba.
Leopold entendió lo complicado que era regresar a su patria y aceptó la dureza de distanciarse de su familia. Al dolor de la separación luego se sumó la triste noticia de la muerte de su padre y sus cuatro hermanos, información que le llegó unos meses después.
Fue así que apareció en su vida Carmen Rosa Viacava, la mujer que lo conquistó y con quien contrajo matrimonio en 1922. La ligazón con el Perú se acentuó. Formó una familia y tuvo cinco hijos: Oscar, Fritz, Hermman, Guillermo y Rosa. Se estableció en la urbanización San José, en el Callao, en donde se ganó el cariño de los chalacos.
Leopold, acompañado del amor de su vida, expresó que se sentía peruano y que amaba la tierra que le brindó hijos y un hogar feliz. Vivía con la promesa del futuro y su experiencia le había enseñado a odiar la guerra, que en 1918 lo había separado de los suyos, de su padre y hermanos.
El destino del Rhakotis
El barco, construido en los astilleros “Blohm y Voss”, en Steinwerder, Alemania, fue bautizado como Eten, y finalmente se convirtió en el transporte BAP Rímac.