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El frustrado asalto a la casa de un diplomático europeo que terminó con la captura de un violento criminal internacional en los años 70
Cinco delincuentes intentaron asaltar la casa del consejero de la Orden Soberana y Militar de Malta en enero de 1971. El diplomático asesinó a uno de los criminales cuando este intentaba entrar a su habitación.
Eran las cuatro y media de la mañana del 5 de enero de 1971, cuando cinco delincuentes llegaron en una camioneta gris hasta la casa del consejero de la Orden Soberana y Militar de Malta, Casimiro Cosulich de Pecine, ubicada en el jirón comandante Gustavo Jiménez, en Magdalena. Cuatro de los criminales salieron del vehículo y subieron por la terraza con armas de alto calibre.
Allí rompieron una ventana y entraron a la residencia mientras toda la familia dormía. El ruido despertó a un familiar del consejero, quien avisó a Casimiro. El diplomático cogió un revólver que guardaba en su mesa de noche y enfrentó a los asaltantes cuando intentaban ingresar a su dormitorio. Uno de sus disparos dio en la frente de uno de los delincuentes. Este cayó al suelo instantáneamente.
Los otros tres malhechores huyeron por el jardín y empezaron a disparar contra la terraza y la puerta principal de la casa. Las balas pasaron muy cerca del primer piso donde estaba la esposa de Cosulich, Zdenka Medanich, llamando a la policía. Segundos después, dos de los fugitivos treparon una pared vecina y desaparecieron por el jirón Trujillo. El tercero se quedó empujando el vehículo que era conducido por una mujer. El auto arrancó 30 metros más adelante y desapareció por la avenida Javier Prado.
Quince minutos después, un patrullero de la Policía de Investigaciones del Perú(PIP) llegó al lugar. Los agentes entraron a la casa y vieron el cuerpo del asaltante herido en el segundo piso. Por eso, lo trasladaron hasta el Hospital Dos de Mayo, en el Cercado de Lima. Ahí falleció el delincuente a las 6 y 30 de la mañana. Cabe resaltar que Casimiro Cosulich también era subgerente de una agencia bancaria en Miraflores.
Horas más tarde, un reportero de El Comercio llegó hasta la residencia del diplomático. Allí pudo entrevistar a Medanich en la puerta de su casa. “Mi esposo tuvo que defenderse, ya que los asaltantes estaban armados con metralletas”, dijo Zdenka. También agregó que Casimiro no podía recibir a los periodistas porque se encontraba muy afectado por el suceso. Un intento de robo que duró 7 minutos.
Algunos vecinos que presenciaron el hecho informaron a nuestro cronista que los asaltantes parecían “ebrios o dopados” y se fueron maldiciendo mientras intentaban arrancar la caravan gris. Asimismo, explicaron que los tres delincuentes que escaparon llevaban camisas de color blanco, celeste y rosada, con puños blancos. La mujer que manejaba el vehículo tenía un poncho rojo con cuadros y un pantalón con flores amarillas.
Además, confirmaron que los criminales poseían metralletas. Segundos después, el director de la PIP llegó al lugar y aclaró que iban a examinar los cartuchos que había en la escena para determinar las armas que usaron los asaltantes. También confirmó que al delincuente fallecido se le encontró un revólver de fogueo marca Cobra. Tampoco pudo asegurar si solo se trataba de un asalto o un intento de secuestro.
Al día siguiente, el miércoles 6 de enero de 1971, los detectives informaron que todavía no se había identificado al asaltante que murió en la casa del consejero. Sus huellas dactilares no coincidían con los registros de delincuentes que tenían. El criminal fallecido medía 1.60 cm, tenía el cabello corto y lacio de color negro, y era mestizo. Además, tenía sarna en ambas manos y, al momento del asalto, vestía camisa azul, pantalón y chompa gris. Esa tarde, la PIP sacó un aviso con la cara del malhechor.
El jueves 7 de enero de 1971, los agentes de la División de Homicidios capturaron a dos de los integrantes de la banda: María Príncipe Ponce, de 24 años de edad y un menor de “16 o 17 años”. La mujer fue capturada cuando estaba en una cantina de El Porvenir y el joven fue arrestado en Pamplona. El cabecilla del grupo, Eduardo Rojas Rojas, chileno de 19 años de edad, y su otro cómplice, apodado “Chalaquito”, lograron escapar de sus escondites antes que llegara la policía.
Los detectives de la PIP también identificaron al asaltante fallecido. Esa noche, los agentes encontraron dos metralletas enterradas en un jardín de Pamplona. Asimismo, informaron que fue la mujer quien “pasó el dato” para realizar el robo en la casa de Cosulich. Rojas fue quien planeó todo y contactó a los tres menores. Cabe recordar que dos años antes, en 1969, el criminal chileno mató a una persona para robarle su billetera. El delincuente internacional se había escapado de la carceleta del Hospital Dos de Mayo cuatro meses antes del frustrado asalto en Magdalena.
Al día siguiente, el viernes 8 de enero de 1971, la policía siguió buscando a Rojas por varias zonas de la capital. Los agentes allanaron todos los lugares donde solía esconderse. También estaban tras los pasos del otro delincuente. A las tres de la tarde del 13 de enero de 1971, el asaltante chileno, alias “Loquito”, fue capturado mientras caminaba con dos amigos por una calle de El Agustino.
Durante su detención, el cabecilla de la banda recibió recibir tres balazos, dos en los glúteos y uno en el muslo izquierdo, luego que intentara utilizar su pistola para huir. Por eso, fue trasladado a un hospital de la zona. Después, fue llevado a la oficina de la PIP. Allí, Rojas confesó su participación en varios asaltos y robos realizados en Lima. También reveló que “Chalaquito” se había fugado a Arequipa. El chileno tenía pintado el pelo para despistar a la policía.
Ese día, los agentes también capturaron a María Chávez Roca, quien junto a Julia Príncipe, eran las integrantes de la banda que seleccionaban las casas que iban a asaltar. Tras ello, robaban los vehículos y daban los “golpes”. Antes del frustrado atraco al diplomático europeo, este grupo criminal asaltó residencias de La Rinconada, La Molina y Miraflores. También se llevaron 80 mil soles en efectivo de una casa parroquial.
Según los detectives, Rojas confesó que su intención era llegar a tener más de 500 mil soles en efectivo para retirarse y regresar a su país. La PIP siguió buscando a “Chalaquito” en los siguientes días. Así pasaron varias semanas sin saber más sobre este increíble caso policial. Un frustrado asalto a la casa de un diplomático europeo que sucedió en Lima hace más de 50 años y terminó con la captura de un violento criminal internacional.
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