El mismo día que miles de personas recorrieron los vistosos pabellones de la V Feria Internacional del Pacífico, un extraño hecho se dio en la Plaza de Acho, en el Rímac. El 29 de octubre de 1967, el reconocido torero Paco Camino fue arrestado tras negarse a matar un toro en la tercera corrida de la Feria del Señor de los Milagros. El español fue multado con 10 mil soles por este acto. Tras pasar 24 horas en la cárcel, Camino decidió no volver a torear en Lima.
ARRESTO EN LA PLAZA
La tarde de ese 29 de octubre, de hace 53 años, el torero Paco Camino salió a dar su espectáculo en la conocida plaza de Lima. Vestido con un traje de corinto y oro, el matador español dejó mal herido al 5° toro conocido como “Precioso”. En ese momento, el estoqueador se negó a culminar su “faena”. Esto hizo que el público empezara a gritar y a arrojar una lluvia de cojines y botellas al ruedo arenoso del recinto taurino.
Al ver esta reacción, Camino decidió que no podía seguir con el último tercio, retirándose a la barrera del escenario. Esta decisión hizo que el Juez de Lidia, Sánchez Pachas, mostrara al público una pizarra con la palabra “arresto”. Segundos después, el toro volvió a su corral y el español fue conducido a la 4ª Comisaría del Rímac, a bordo de un patrullero.
Esa tarde, la Inspección de Espectáculos publicó un boletín donde dio a conocer la detención (por un día) del reconocido torero y el pago de una multa de 10 mil soles por violar el artículo 100 del reglamento de la Corrida de Toros, Novilladas y Becerradas.
“El toro Precioso estaba en condiciones de lidia; lo que pasa es que Paco Camino se mostró temperamental”, dijo Sánchez.
DECLARACIONES EN EXCLUSIVA PARA EL COMERCIO
En la delegación policial, Paco Camino estuvo acompañado por Manuel Benítez ‘El Cordobés’ y Julio Aparicio, su mozo de estoques. Allí, el español se cambió de ropa y declaró para uno de los reporteros del diario decano. “El quinto toro fue malo. No entraba, era soso; por eso lo cambiaron. El que le siguió resultó también malo. El último ‘Precioso’ igualmente no entraba”, dijo el ibérico.
Luego siguió reflexionando, sentado en una banca de la sala de espera de la dependencia policial: “He estado mal. Lo sé. Pero ese toro era un malaje”. Asimismo, explicó por qué se negó a cumplir su función. “Vino la bronca, luego las almohadillas, vasos, objetos y botellas. Eso me hizo desistir. ¿Cómo entrar a matar?”, dijo un desconcertado Camino.
Finalmente, el reconocido torero pidió disculpas y contó con tristeza que era “la primera vez que me sucede en mi carrera esto”. Así, acongojado esperó que llegara el inspector de espectáculos para ver las condiciones de su estadía en prisión por un día.
LIBERTAD ABSOLUTA
Los tres toreros pasaron la noche en los dormitorios de los oficiales en la comisaría. La mañana del 30 de octubre, los españoles jugaron un partido de fulbito junto a otros detenidos y policías. Al mediodía, los matadores almorzaron y se sirvieron un whisky que les envió uno de sus apoderados.
A las 5 de la tarde, los famosos hispanos salieron en libertad luego de cumplir las 24 horas de arresto que dispuso la presidencia de la corrida de toros. ‘El Cordobés’ salió a la calle descalzo, ya que había regalado sus zapatos a uno de los detenidos que era mudo. Al salir, Paco Camino se mostró alegre. En ese momento, la gente que estaba en el lugar empezó a aplaudirle.
Minutos después, ‘El Cordobés’ aseguró que este hecho lo iba a marcar para siempre. “Jamás olvidaré este encierro. Hemos acompañado a Paco porque era nuestro deber. Todos se han portado muy bien”, dijo, sonriente. Ese día, Camino supo que si no pagaba la multa no podía salir del país.
DRÁSTICA DECISIÓN
En los días posteriores, El Comercio reveló que “El Sabio de Camas”, como se le conoce a Camino, había decidido cumplir con los compromisos de la temporada y no volver a torear “jamás” en Lima. “No ha sido nada grato estar recluido como si fuera un vulgar ladrón y sin mandato de la autoridad judicial”, dijo. Explicó que nunca antes había estado preso.
Consideró injusta su detención y la aplicación de la multa: “No se puede matar un toro pisando botellas y almohadillas”. Esto fue ratificado por su asistente Julio Aparicio, quien calificó el hecho como algo común. “Son accidentes que siempre han ocurrido en las grandes plazas de toros. Sin embargo, los propios compañeros del mismo arte le hicieron pagar otra multa, con una botella de Tío Pepe”, sentenció entre sonrisas.
Nunca había ocurrido algo así en el Perú. Quedó registrado ese día como el primero en que una de las máximas figuras del toreo español pasara 24 horas encerrado en una carceleta del país.