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Cuando el portaviones más grande del mundo llegó al Perú para traer ayuda a los niños de San Juan de Dios
Hace 60 años, en una misión de buena voluntad, la poderosa nave de las fuerzas navales de los Estados Unidos causó asombró al fondear en el mar de Grau, frente a nuestras costas.
El 20 de octubre de 1961, arribó al Callao el portaviones norteamericano “Kitty Hawk”, el más grande del mundo, permaneciendo durante cuatro días en el litoral peruano, para enrumbar luego hacia San Diego, California.
Con una longitud de 325 metros, el “Kitty Hawk” CV-63 era una ciudad flotante y, además, el primer portaviones equipado con modernos proyectiles teleguiados.
Este gigante del mar, a pesar de su tamaño, alcanzaba velocidades superiores a los 30 nudos (55 kilómetros por hora) y era gobernado por dos timones, cada uno de 45 toneladas de peso. Su manga (ancho) alcanzaba los 76 metros y su calado (altura) era de casi 12 metros.
A su arribo a nuestro primer puerto, el enorme “Kitty Hawk”, que había entrado en servicio en abril de ese año, tuvo que anclar aguas afuera, desde donde saludó con una sonora salva de 21 cañonazos, que fueron contestados por una batería de la Escuela Naval del Perú.
Rompiendo una espesa neblina, que en esos momentos cubría el litoral, la enorme nave dibujó su silueta en el horizonte y conforme transcurrieron los minutos se fue haciendo más notorio su gigantesco casco y su ciclópea torre de mando, así como la plataforma de despegue de los aviones.
En medio del asombro de los chalacos, ante esa gigante máquina de guerra, el capitán de la nave estadounidense, el comandante William Bringle, descendió a suelo peruano tras ser transportado por una lancha oficial, para visitar y saludar al comandante general de la flota peruana, el vicealmirante Franklin Pease Olivera, y al prefecto de la provincia constitucional del Callao, Germán Rizo Patrón.
Aunque la nave de guerra suscitaba un comprensible temor, su presencia en nuestros mares respondía a una misión tan loable como humana. En sus almacenes había un cargamento de prótesis y soportes donados por organizaciones de los Estados Unidos para la Clínica de San Juan de Dios. Asimismo, su viaje tenía como objetivo donar alimentos especiales para el Hospital Amazónico de Pucallpa.
El coloso norteamericano, que transportaba una tripulación de más de 5 mil hombres, inició su gira por Sudamérica el 27 de setiembre en Río de Janeiro. Tras pasar el Cabo de Hornos, arribó a Valparaíso el 13 de octubre, para finalmente dirigirse hacia el Perú.
Los primeros en visitar la nave fueron los periodistas peruanos, quienes subieron a bordo para observar las operaciones rutinarias y hacer un recorrido por sus instalaciones. Luego, el público limeño pudo acceder al “Kitty Hawk” portando unas tarjetas de invitación especialmente otorgadas por la Embajada de los Estados Unidos.
El 22 de octubre se realizó la ceremonia oficial de donación. El Hospital Militar Central y el Hogar Clínica San Juan de Dios recibieron un cargamento de mil prótesis y soportes ortopédicos, que fueron entregados en la cubierta del portaviones por el capellán, el capitán de fragata Ross Henry Trower.
Trower declaró que el obsequio lo hacía el pueblo de los Estados Unidos al pueblo del Perú como una prueba de que ayudándonos mutuamente podemos hacer la vida mejor.
Expresó que para él la satisfacción era doble pues el donativo lo entregaba como norteamericano que es y como asistente de Dios.
Como dato anecdótico habría que mencionar que al llegar a nuestro país durante un mes tradicionalmente taurino, una de las corridas de toros fue en homenaje al portaviones visitante.
Asimismo, el nombre de la nave surge del famoso lugar en donde los hermanos Wilbur y Orville Wright realizaron el primer vuelo de un avión. El 23 de octubre el coloso flotante abandonó el puerto chalaco y continuó con su itinerario.
El “Kitty Hawk” formó parte de un grupo de tres portaviones, que integraron también el USS Constellation y el USS America. En 1965 brindó apoyo a las tropas americanas durante la Guerra de Vietnam.
A inicios de octubre de 2021, el USS “Kitty Hawk” fue vendido a una empresa para su desmantelamiento y reciclado al precio simbólico de un céntimo, tras ser dado de baja en el año 2009, luego de 48 años de servicio.
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