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Carretera Central: la compleja construcción que se convirtió en la vía más esperada por los peruanos en 1935
El 01 de julio de 1935 los primeros autos comenzaron a viajar, desde Lima hasta La Oroya, por la recién construida carretera Central. Por ello Benjamín ‘Vinicius’ Romero, periodista de El Comercio, junto a un experimentado piloto unieron por primera vez Lima con San Ramón en seis horas.
“Como ya están enterados nuestros lectores el día 1 del mes en curso, fue inaugurada la carretera Central, importante arteria que partiendo de nuestro primer puerto conecta la capital con extensas y ricas zonas de nuestras regiones de sierra y montaña”. Con un extenso informe y fotografías informó el diario decano sobre la entrada en funcionamiento de esta importante vía.
La obra, que comenzó en el gobierno de Augusto B. Leguía, fue inaugurada por Óscar R. Benavides en el mes patrio de 1935. Su construcción demandó unos 10 años y literalmente los ingenieros peruanos cortaron las duras rocas de la quebrada del río Rímac para hacer la carretera.
Llamaba la atención cómo el trabajo de ingeniería aprovechó cada espacio de terreno que en la zona ofrecía la quebrada del río Rímac. Las localidades de Ricardo Palma, Surco, Matucana, esta última con tres mil habitantes, vieron su geografía cambiar al paso de la construcción de la carretera. Sin embargo, no se proyectó que la población y el parque automotor se multiplicarían en menos de 20 años.
¿Por qué era tan importante esta obra?
Conectar Lima con La Oroya era un proyecto de larga data que formaba parte de un objetivo más grande: unir Cerro de Pasco, Huánuco, Tingo María y Pucallpa. Por si fuera poco conectaría el puerto del Callao con uno del Bajo Ucayali.
Todo ello con miras a promover el turismo y el intercambio comercial entre las regiones del Perú. Su construcción se hizo en tres etapas cuyo costo total ascendió a S/.5′000,000.
El periodista del diario decano Benjamín Romero Pintado, quien firmaba como Vinicius, fue invitado por la empresa Menocci - Gutiérrez a recorrer la recién estrenada carretera Central a bordo de uno de sus vehículos. A las 5:00 a.m. de una fría mañana de julio, el experimentado piloto Eduardo Martínez, a bordo del Willys 77 de cuatro cilindros, llegó a la imprenta de El Comercio para recoger al periodista. Completaban el equipo Manuel Trullen, cinematógrafo, y Daniel Díaz, ayudante del piloto.
Superados algunos inconvenientes, el equipo comenzó su viaje rumbo a Chosica. Sería a partir de Matucana cuando piloto y auto demostrarían su fortaleza. Una decena de pobladores salieron a sus ventanas advertidos por el ruido del motor del Willys 77. Eran recién las 7:15 a.m.
De Matucana se dirigieron a Chicla, una de las secciones más difíciles de la vía, pues según los informes técnicos la quebrada se transformaba poco a poco en cañón de paredes verticales de roca dura, presentándose para los ingenieros de caminos problemas tan difíciles como el paso del Infiernillo a 3,230 m.s.n.m, los desarrollos bajo el puente de Anchi para vencer la confluencia de los ríos Rímac y río Blanco y la ascensión a Casapalca a la cumbre de Anticona.
Venciendo el mal de altura
A las 7:50 a.m el Willys 77 seguía subiendo por río Blanco con dirección a Casapalca. El frío de la cordillera era intenso. Pero eso no impidió que Trullen registrara con fotografías y en película el impresionante paisaje.
El camino los llevó a bordear una enorme laguna que reflejaba los cerros cubiertos con nieve. Una vez en Morococha comenzaron a sentir los primeros efectos del soroche o mal de altura.
Así continuaron viaje por una de las carreteras más altas del mundo. A las 11:00 a.m ya estaban en La Oroya. Durante todo el recorrido recibieron muestras de admiración por parte de autoridades y pobladores. Además muchos de ellos recibieron la edición del día de manos de Vinicius.
Pasadas las 3:00 p.m. estaban rumbo a San Ramón sin antes quedar boquiabiertos con la belleza de su campiña y movimiento comercial. Mientras bordeaban el camino a Chanchamayo, la gruesa lluvia de la montaña comenzó a caer haciendo que se bajara la velocidad para evitar una volcadura. Entre cantos de aves y la incesante lluvia, el equipo llegó a San Ramón a las 4:45 p.m.
Desfile de la abundancia
Durante las Fiestas Patrias de 1935, la Municipalidad de Lima realizó, en el mercado Modelo, una feria de productos traídos por la carretera Central. El evento fue inaugurado con un desfile de 130 autos y camiones provenientes de Junín, Huánuco, Huancavelica, Ayacucho y Huarochirí.
Durante todo el recorrido por la avenida Grau, la banda de músicos del regimiento de Artillería N#2 les abrió paso hasta llegar a la plaza de Armas. Una vez allí el presidente Óscar R. Benavides y sus ministros salieron a los balcones del ministerio de Guerra donde se dieron los discursos de rigor.
El desfile continuó por el jirón de la Unión ante la atenta mirada de los vecinos. Los productos que se ofrecieron en la feria iban desde cebollas, cebada, caña, algodón, trigo, maíz, habas, papas, plátanos, yucas, achote, truchas, cabritos, embutidos hasta pieles, frazadas, filigrana de plata, pasto seco, entre otros.
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