El ilustre investigador Guillermo Lohmann Villena (1915-2005), cuya infatigable búsqueda en archivos de América y Europa le permitieron conseguir un importante caudal de documentos fundamentales para nuestra historia, realizó, hace 58 años, un hallazgo sensacional en el Archivo Nacional de Lima, llamado luego Archivo General de la Nación. Se trataba del único documento localizado hasta ese momento en el Perú con la firma del Inca Garcilaso de la Vega, uno de los más egregios representantes de las letras peruanas.
Para aquilatar el peso de este descubrimiento, es vital saber que el Inca Garcilaso, nacido en el Cusco –gobernación de Nueva Castilla- el 12 de abril de 1539, recibió en el bautismo el nombre familiar de Gómez Suárez, como varios de sus deudos por la rama materna. Cuando su progenitor el capitán Sebastián Garcilaso de la Vega murió en la ciudad del Cusco, dejó a su hijo 4.000 pesos de oro y de plata, con la finalidad de que se trasladara a estudiar a España.
El mozo mestizo partió de la vieja capital del Imperio incaico en enero de 1560. Su destino: Lima, hasta donde llegó a caballo para luego embarcarse en el Callao, y después de cruzar el istmo de Panamá, retomar el viaje por mar en las costas del Caribe, llegar a Lisboa y luego pasar a España, de donde no regresó jamás a su tierra de origen, muriendo en abril de 1616.
¿Qué tipo de manuscrito es?
El documento encontrado por el doctor Lohmann, que el decano publicó en su portada el 11 de setiembre de 1964, está firmado en el puerto del Callao el 4 de marzo de 1560. Es muy probable que la autógrafa haya sido escrita por el gran narrador de ascendencia inca y española momentos antes de embarcarse hacia Europa. El manuscrito trata sobre la “venta de un macho” (caballo) de color castaño oscuro, con una “G” por hierro con el que vino cabalgando desde Lima hasta el puerto y que le había sido obsequiado por su madrastra doña Luisa Martel de los Ríos.
La madre del Inca, Isabel Chimpu Ocllo, nieta de Túpac Yupanqui, se había quedado en el Cusco, casada con Juan de Pedroche, su segundo compromiso. En 1964 Lohmann presentó este documento como el más antiguo conocido del notable autor de los Comentarios Reales, enfatizando, además, que correspondía al único autógrafo suyo que hasta ese momento se había ubicado en el Perú. Su valor era, por eso, inapreciable para la biografía del Inca Garcilaso, manifestó a El Comercio.
“Nunca se extinguió nuestra persuasión de que, no obstante la sensible escasez de documentos notariales de la Lima seiscentista, debía conservarse algún eco del tránsito del Inca por nuestra ciudad. El hallazgo que acabamos de realizar nos certifica que tales esperanzas eran fundadas”, comenta Guillermo Lohmann Villena en un artículo publicado el mismo 11 de setiembre en la página editorial del decano.
“El documento que hemos exhumado –señala- viene a ser el más antiguo que se conoce suscrito por el gran cronista, aún no cumplidos sus 21 años de edad. Entonces firmaba escuetamente ‘Gómez Suárez’. En Montilla (ciudad española), desde 1561 a 1563 agregó el apellido Figueroa hasta que optó por el sonoro y prestigioso Inca Garcilaso de la Vega”.
El viaje a España
El reconocido historiador peruano nos cuenta que el viaje del joven Garcilaso a tierras ibéricas fue determinado por su padre antes de morir, y con esta expresa finalidad consignó en su testamento un legado que ascendía a la cuantiosa suma de 4 mil pesos, a fin de que su heredero estudiara en la metrópoli (España).
Asimismo, Lohmann indica en su artículo que el joven viajero Garcilaso recabó una copia de dicha disposición testamentaria, que se le extendió el 20 de enero de 1560, probablemente el mismo día en que partió de su ciudad natal, el Cusco.
El trayecto del cronista
“Aurelio Miró Quesada Sosa ha glosado con galanura los fragmentos de la obra de Garcilaso, evocadores de su paso por distintos puntos de la ruta hasta Lima –Cañete, Cerro Azul, Pachacamac-, que debió de recorrer trayendo uno de los primeros cachorros de perro mastín nacido en el Perú”, señala Lohmann como dato curioso.
Y termina su artículo sosteniendo que Garcilaso experimentó las mortificaciones causadas por falta de posadas y ventas, y que en el trayecto había tenido la oportunidad de demostrar su habilidad para herrar caballos.
Lohmann, quien falleció en el 2005, fue historiador y abogado, miembro de la Academia Nacional de Historia y asiduo investigador en el Archivo de Indias de Sevilla. Candidato hasta en dos oportunidades al premio Príncipe de Asturias, ejerció también como diplomático y publicó “Los regidores perpetuos de la Audiencia de Lima” y “Plata del Perú, riqueza de Europa”, entre otras obras.
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