El viaje a la “tierra de sus padres”, como decía la prensa en esos agitados días de julio de 1990, fue un acto ritual, un viaje a la semilla, un regreso a los orígenes. Curiosamente, Alberto Fujimori empezaba su gobierno con un viaje a Japón y terminaría su mandato -abrupta y escandalosamente- a fines del 2000 también en Japón, pero esa vez como “refugiado”. Sin embargo, este viaje (el segundo, pues hubo uno anterior en 1972) tuvo otra connotación para él. No era de “huida” sino de encuentro con el país de sus ancestros. ¿Qué ocurrió en ese extraño viaje de un peruano de origen japonés en la cumbre del poder político?
Un enviado especial contó la historia para El Comercio, y no se guardó nada. Al inicio, la travesía del presidente electo del Perú pintaba complicada. Tras dos días de intensas inundaciones, el pueblo natal de sus ancestros lo recibió como a un hijo pródigo, con desbordante alegría. La comunidad de Kawachi, ubicada en el sudoeste de Japón, asumió que Alberto Fujimori era uno de ellos y así se convirtió en un “símbolo de éxito”. Esa era la fotografía el momento, sin duda.
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Fujimori tenía entonces casi 52 años, y fue acogido ese miércoles 4 de julio de 1990 por más de 500 residentes de Kawachi, una localidad agrícola, de donde emigraron sus padres al Perú en 1934. Kawachi había padecido una tormenta devastadora hacía pocos días, y muy cerca de allí había causado 14 fallecidos. Pese a ello, Fujimori había recorrido los 995 kilómetros desde Tokio hasta su tierra ancestral con un ánimo imperturbable y una paciencia que parecía provenir de sus ancestros.
Como presidente electo del Perú, Fujimori dejó a Kawachi como su plato de fondo en su viaje a Japón. Antes, se había reunido en Tokio, a donde había llegado el domingo 1 de julio de 1990, con líderes políticos y empresarios japoneses, en un primer intento por asegurar apoyo económico para la crisis que atravesaba el país. Las conversaciones giraron entonces alrededor de ideas para revitalizar la economía peruana, mediante nuevas inversiones y cooperación internacional, luego del desastre del primer gobierno de Alan García (1985-1990).
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ALBERTO FUJIMORI: EL ESTRÉS Y CALOR DE LA GENTE MAREARON AL ELECTO PRESIDENTE
Alberto Fujimori no anduvo bien de salud por esos días. Por ello, el martes 3 de julio debió cancelar una aparición en la televisión japonesa. Sufrió una bajada de presión arterial y lo vencía un estrés por los varios meses de campaña electoral. Todo eso le estaba cobrando factura. A pesar de este contratiempo, su llegada al pueblo de sus padres fue acogida con entusiasmo y euforia ciudadana.
Fue un viaje con sorpresas, porque cuando avanzaba su comitiva en caravana por una avenida de Kawachi, le informaron que esta había sido cambiada de nombre y desde ese día se llamaba “avenida Perú”. Pero Fujimori, ya bastante emocionado, bajó de su automóvil negro cuando vio que se acercaban a la vecindad donde sus padres habían vivido antes de emigrar al Perú. Él sabía la ubicación de este inmueble por los datos que le dieron, y así se vio rodeado en segundos por una multitud de agricultores, amas de casa, niños y abuelas, quienes lo esperaron bajo un sol abrasador.
Alberto Fujimori estrechó muchas manos y saludó al público allí congregado. Por momentos, parecía que la campaña a la presidencia se había trasladado a Kawachi. Era su primer viaje al extranjero luego de ganar la segunda vuelta electoral al escritor Mario Vargas Llosa (Fredemo). “Me sorprendió mucho la reacción de la gente, era como si estuviera en campaña otra vez”, dijo Fujimori en una entrevista a bordo del avión de regreso a Tokio. “Fue un momento muy emotivo para mí”, expresó el entonces presidente electo.
Kawachi estaba a 38 grados centígrados, el ambiente ardía, pero igual Fujimori recibió los saludos especialmente de muchos niños, que agitaban con entusiasmo banderitas del Perú y Japón. Entre ellos estos menores, estaba la pequeña Hikari Shimamura, de cinco años, quien confesó luego que no sabía quién era Alberto Fujimori ni dónde estaba el Perú, pero dijo que estaba feliz “porque era emocionante ver a personas extranjeras en su pueblo”.
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ALBERTO FUJIMORI: LA DESCONOCIDA QUE LO RECORDABA EN KAWACHI
Kydhei Sakata, un agricultor de naranjas que asistió vestido con su ropa de trabajo, no ocultó su orgullo al saludar al presidente electo. “Estoy muy contento de que un descendiente japonés se haya convertido en presidente de otra nación. La gente no para de hablar de él en todas partes”, comentó, mientras observaba cómo Fujimori caminaba fascinado por la calidez de la gente.
En tanto, Kinuyo Minami, una mujer de 68 años, también compartió su experiencia. “Lo conocí hace 18 años, cuando vino aquí después de estudiar en Estados Unidos”, dijo, recordando a un joven Fujimori. Minami, casada con un primo del presidente electo, destacó lo poco que había cambiado desde entonces.
En ese emotivo regreso, el ex candidato por Cambio 90 también se encontró con una mujer que lo había ayudado a orientarse en su primera visita a Kawachi en 1972. “Incluso entonces, recién graduado, ya hablaba de grandes proyectos”, recordó la mujer. Como muestra de cariño y respeto, los residentes del pueblo le entregaron a Fujimori una pintura con su retrato, adornada con la palabra “Felicitaciones” en español y japonés.
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Fujimori estaba profundamente conmovido por la cálida recepción. “Siento como si un tsunami del Perú hubiera golpeado Japón”, declaró, refiriéndose al impacto de su victoria electoral en ambos lados del Océano Pacífico. Desde la casa de su tío materno Tomiya Inomoto, el próximo Jefe de Estado del Perú dijo a la prensa: “Los diarios en el Perú me apodaron ‘tsunami’ después de mi sorprendente victoria. Pero no me di cuenta del efecto que tendría al otro lado del océano hasta que llegué aquí”, añadió, no sin sentirse bastante orgulloso de sí mismo.
ALBERTO FUJIMORI: DIETA DE PESCADO CRUDO Y FRUTAS
Después de una comida rápida de pescado crudo y frutas en casa de su tío, él y su hermana Rosa Fujimori, con la que había viajado, hicieron una visita privada a los familiares de su difunto padre. En este reencuentro, el recién elegido presidente del Perú agradeció la hospitalidad de la familia Inomoto y de los habitantes del pueblo. “Estoy profundamente agradecido, no solo por mí, sino por el pueblo peruano”, expresó Fujimori.
Luego de esa visita, Fujimori partió en automóvil hacia la escuela primaria de Kawachi, ubicada a tan solo un kilómetro. Durante el trayecto, los residentes le brindaban su apoyo con gritos de “¡Haz tu mejor esfuerzo!” y “¡Viva!”. En un evento lleno de simbolismo, el alcalde de Kawachi, Shunji Shimazu, proclamó a Fujimori “Ciudadano Honorario” ante una audiencia de aproximadamente 800 personas reunidas en el gimnasio de la escuela.
“En la larga historia de este pueblo, usted se distingue de una manera única”, declaró el alcalde Shimazu, resaltando el vínculo especial entre Fujimori y la localidad. En respuesta, este afirmó sentirse profundamente conectado con las raíces japonesas de su familia, a pesar de haber reiterado muchas veces su identidad como “100% peruano”. Además, mencionó una relación ancestral entre los incas y los japoneses, ilustrada por el nombre de las ruinas incas Kawachi, que curiosamente coincide con el del pueblo de sus padres.
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Fujimori estaba con la mente fija en destacar las similitudes entre ambas culturas. “Al igual que los japoneses, el pueblo inca es sencillo, trabajador y siente una profunda conexión con la tierra. En ambas culturas, la tierra es sagrada”, comentó ese verano japonés de julio del 90.
Al finalizar el evento, Alberto Fujimori fue despedido con emoción por una larga fila de niños que se apresuraban a estrechar su mano. “Estoy tan contenta de haberle dado la mano”, dijo una niña de 11 años, recordando el apretón fuerte del político peruano de origen japonés, quien siguió así su largo camino de regreso al Perú.